SCZ/Globovisión/AFP
Miles de personas vagaban sin rumbo por las calles de Puerto Príncipe este jueves en busca de un médico, de comida, agua o un autobús que les aleje de la devastación del terremoto, mientras la crispación va en aumento por la lenta llegada de la ayuda internacional.
El olor a putrefacción inunda toda la ciudad, dos días después del terremoto que la redujo prácticamente a ruinas.
Centenares de cadáveres están enterrados bajo los edificios. Los vecinos los encuentran guiados por el hedor y comienzan a excavar con sus propias manos hasta encontrarlos.
"Más de cien personas quedaron sepultadas aquí", afirma Beauzier Louis, estudiante de medicina que desde ayer intenta rescatar a las enfermeras enterradas en la escuela donde estudiaban.
Hasta el momento, sólo ha conseguido cadáveres y la posibilidad de encontrar algún superviviente se extingue con el paso de las horas.
"Desde que ocurrió el terremoto, no ha habido una sola declaración al pueblo por parte de nuestros dirigentes. De acuerdo, ellos también se han visto afectados por esta catástrofe pero hubieran podido decir algo", opina Valentin, funcionario del ministerio de Finanzas.
A pie y cargados con maletas con sus escasos efectos personales, una marea humana intenta buscar un lugar donde dormir o simplemente salir de la ciudad. Muchos intentan escuchar alguna emisora de radio local en sus pequeños transistores para saber qué regiones del país se vieron menos afectadas y son, según ellos, las más seguras.
La gasolina en la ciudad se está acabando y caminar es para la mayoría la única forma de huir.
"Las réplicas siguen siendo fuertes. Es imposible dormir bajo un techo después de lo vivido", afirma Florence, madre de familia que intenta salir de la capital con su esposo y dos hijas.
El bullicio de las calles se ve a veces interrumpido por disparos. La falta de agua y comida está llevando a los haitianos al extremo y los saqueos son abundantes.
Los comerciantes se esfuerzan en proteger sus tiendas semiderruidas de decenas de haitianos desesperados. Durante la noche, varios grupos de personas intentaron invadir casas u hoteles para refugiarse o robar comida.
"Si la ayuda internacional no llega, la situación puede degenerar rápidamente. Hace falta agua y comida urgentemente", afirma Lucila, sentada ante la puerta de su casa junto a su familia.
Las miles de personas que llevan dos noches durmiendo al aire libre en los parques de la ciudad se quejan de que no han recibido la más mínima asistencia y su tono se endurece conforme pasan las horas.
"Más médicos y menos periodistas", grita un hombre al paso de un equipo de una televisión extranjera.
Recorriendo las calles de Puerto Príncipe, la ayuda internacional era totalmente invisible este jueves por la mañana. Sólo organizaciones humanitarias locales, la policía y los bomberos intentaban prestar ayuda a los damnificados. Ya avanzado el día, comenzaron a llegar aviones con ayuda de Venezuela, Francia y China.
"Por ahora, la orden es recoger los muertos de las calles. Luego veremos cómo hacemos para recuperar los que están bajo las ruinas", afirmó un policía local.
Pero muchos, como Tony, no pueden esperar. Con la esperanza de recuperar algún superviviente, este joven voluntario intenta llegar hasta el corazón de una escuela de Puerto Príncipe pese al riesgo de que una nueva réplica le sepulte entre las piedras.
"Algo hay que hacer. Quedarnos de brazos cruzados es la peor de las soluciones", afirma.
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