El domingo 2 de mayo, el brazo político del presidente Hugo Chávez, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), realizó elecciones primarias para elegir a 110 candidatos a diputados, de los 165 que pugnarán el 26 de septiembre a la Asamblea Nacional.
Ese domingo, temprano en la mañana, el Presidente mandó por su Twitter un revelador mensaje a sus seguidores: "Muy buenos días amigas y amigos. Como saben, me la juego con las bases populares. Nos vemos en las mesas electorales pues, !! Venceremos!!".
Pero, el mandatario se llevó una sorpresa nada alentadora: Esas bases populares no le respondieron como esperaba.
El nivel de participación fue raquítico, si se mide por la expectativa anunciada de unos 4 millones de votantes, y por el universo de 6,7 millones de militantes que dice tener el PSUV.
Según el Consejo Nacional Electoral, habrían sufragado un poco más de 2,5 millones de electores, (1,5 millones menos de lo que aspiraban sus organizadores) lo cual representa 37,3% de la militancia del PSUV y 14,7% del total del padrón electoral de Venezuela. Y los resultados parece que son más precarios aún, pues según información extraoficial aparecida en Tal Cual, los votantes no habrían sido más de 1,6 millones.
Lo cierto es que cualquiera que sean las cifras, ninguna se compagina con la gigantesca campaña publicitaria realizada. Tampoco hacen justicia a la aceitada y costosa maquinaria, ni a la intensiva movilización y búsqueda casa a casa que se realizó. Incluso, el resultado deja al descubierto la inutilidad de la coacción dictatorial cuando se ejerce sobre un pueblo agobiado y cansado de promesas incumplidas.
Otra ingrata sorpresa la recibieron los 106 parlamentarios que aspiraban repetir en la Asamblea Nacional, pues sólo 22 de ellos fueron seleccionados para la carrera. Además llama la atención que quedaran fuera emblemáticos del chavismo duro, como Calixto Ortega, María de Queipo (impulsadora de la Ley Orgánica de Educación) y Manuel Villalba (solicitante del juicio por traición a la Patria contra Oswaldo Álvarez Paz). También es curioso que nuevos y aguerridos aspirantes, como Mario Silva y Richard Peñalaver (el de Puente Llaguno) tampoco figuren en el cuadro de las primarias.
Según algunos analistas, el mandatario podría subsanar algunas de estas exclusiones cuando, interpretando a su manera el resultado electoral, fuerce la entrada en el voto lista de algunos de sus favoritos.
Pero, no hay que dormirse en los laureles, aunque el mandatario salió mal parado de esta batalla, aún le queda espacio, mucho desparpajo, poder y dinero para enfrentar su guerra del 26 de septiembre.
Ese domingo, temprano en la mañana, el Presidente mandó por su Twitter un revelador mensaje a sus seguidores: "Muy buenos días amigas y amigos. Como saben, me la juego con las bases populares. Nos vemos en las mesas electorales pues, !! Venceremos!!".
Pero, el mandatario se llevó una sorpresa nada alentadora: Esas bases populares no le respondieron como esperaba.
El nivel de participación fue raquítico, si se mide por la expectativa anunciada de unos 4 millones de votantes, y por el universo de 6,7 millones de militantes que dice tener el PSUV.
Según el Consejo Nacional Electoral, habrían sufragado un poco más de 2,5 millones de electores, (1,5 millones menos de lo que aspiraban sus organizadores) lo cual representa 37,3% de la militancia del PSUV y 14,7% del total del padrón electoral de Venezuela. Y los resultados parece que son más precarios aún, pues según información extraoficial aparecida en Tal Cual, los votantes no habrían sido más de 1,6 millones.
Lo cierto es que cualquiera que sean las cifras, ninguna se compagina con la gigantesca campaña publicitaria realizada. Tampoco hacen justicia a la aceitada y costosa maquinaria, ni a la intensiva movilización y búsqueda casa a casa que se realizó. Incluso, el resultado deja al descubierto la inutilidad de la coacción dictatorial cuando se ejerce sobre un pueblo agobiado y cansado de promesas incumplidas.
Otra ingrata sorpresa la recibieron los 106 parlamentarios que aspiraban repetir en la Asamblea Nacional, pues sólo 22 de ellos fueron seleccionados para la carrera. Además llama la atención que quedaran fuera emblemáticos del chavismo duro, como Calixto Ortega, María de Queipo (impulsadora de la Ley Orgánica de Educación) y Manuel Villalba (solicitante del juicio por traición a la Patria contra Oswaldo Álvarez Paz). También es curioso que nuevos y aguerridos aspirantes, como Mario Silva y Richard Peñalaver (el de Puente Llaguno) tampoco figuren en el cuadro de las primarias.
Según algunos analistas, el mandatario podría subsanar algunas de estas exclusiones cuando, interpretando a su manera el resultado electoral, fuerce la entrada en el voto lista de algunos de sus favoritos.
Pero, no hay que dormirse en los laureles, aunque el mandatario salió mal parado de esta batalla, aún le queda espacio, mucho desparpajo, poder y dinero para enfrentar su guerra del 26 de septiembre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario