By MICHELLE KAUFMAN/mkaufman@MiamiHerald.com
Es el 15 de agosto del 1978 y Diana Nyad está consternada, golpeada por olas de ocho pies, moviéndose entre las tumultuosas aguas del Estrecho de la Florida. Está en una jaula contra tiburones y lleva nadando 41 horas y 39 minutos desde que partió de una playa cerca de Bahía Honda, en Cuba.
Tiene escalofríos y fatiga muscular, los labios y la lengua inflamados por el agua salada. Tiene lesiones de aguamalas en la pies. Está deshidratada. Tiene alucinaciones de que está rodeada de barracudas. Y las fuertes corrientes la han obligado a ella y a su embarcación de apoyo, Follow the Sun, a salirse de la ruta. Está a más de 60 millas de su objetivo, los Cayos de la Florida, y su entrenador y navegador le sugieren que abandone su esfuerzo.
El plan era conseguir un récord mundial al nadar 103 millas en 60 horas. La naturaleza se interpuso. Pero Nyad, una exitosa nadadora de maratones, deseaba seguir, dijo que era su "Olimpiada personal'' y que nada, excepto un huracán, podría detenerla. Pero al final dejó a un lado su sueño. Se le hundió el corazón mientras sus amigos la subían a la embarcación y aplaudían.
Treinta y dos años después, Nyad, quien cumplió 61 años el 15 de agosto, intentará de nuevo la proeza.
Está en Cayo Hueso con la mayoría de su grupo de apoyo de 24 personas, deseosa de lanzarse al agua, en espera de las visas del gobierno cubano. Está lista desde hace más de un mes, desde que completó el 10 de julio una prueba de 80 millas en 24 horas frente a los Cayos. La espera ha sido una tortura y ha afectado el entrenamiento, que compara con el de un tenista en Wimbledon en plena forma en espera de que escampe para poder jugar.
El momento es clave. Para mediados de septiembre, las condiciones meteorológicas y del mar habrán empeorado.
"Las corrientes fluyen en la dirección correcta. Las aguas del Golfo están supercálidas. ¿Dónde están las visas del viaje a Cuba?" escribió el jueves por la tarde en Twitter.
Nyad no nadó entre 1979 y el 2009. "Un gran agotamiento'', explica la deportista, miembro del Salón de la Fama de la Natación y quien se mantuvo activa como periodista, locutora y comentarista radial. "No podían pagarme para que me lanzara al agua''.
Así las cosas, ¿por qué ahora? ¿Qué puede impulsar a un ser humano a luchar contra los años y las inclemencias del tiempo y volver a intentar una hazaña que parecía imposible a los 28 años?
"Angustia existencial'', dijo, sonriendo y pletórica de energía. "No es que haya estado los últimos 30 años obsesionada con esto. No es remordimiento. Lo que sucede es que ya cumplí 60 años. Nunca he tenido un problema con los 55,
los 59, todo estuvo bien. Pero hay algo en cumplir los 60 que me molestó''.
"Todavía soy joven y apasionada. Soy responsable. Pero la sociedad no siempre nos trata de esa forma. En algunas profesiones te ves obligado a retirarte a los 62. Yo estaba experimentando lo que millones a mi edad sienten, que ya no se les valora, están preocupados de que dejaron atrás los mejores años, de que a partir de aquí todo es cuesta abajo. Estoy aquí para animar a la gente de mi edad, para probar que uno nunca es demasiado viejo para hacer realidad un sueño''.
Sesenta años no son muchos años. No es demasiado tarde. Ese es su lema.
Ahora pesa más (145 libras) y es más lenta (2 millas por hora) que cuando tenía 28 años, pero asegura que sus brazadas son más poderosas. Y está decidida a terminar lo que empezó en agosto de 1978.
Comenzó a entrenar discretamente hace un año y en enero se embarcó en su primera trayectoria larga en la costa de México. Había mucho oleaje. Las aguas estaban más frías de lo que esperaba. Pero lo hizo. Seis horas y media.
"Lo sabía cuando completé esa trayectoria'', comentó.
Ha recaudado más de $200,000 de patrocinadores y donantes privados. En esta ocasión, no usara una jaula contra tiburones sino un equipo de kayakistas a su lado y cada kayak estará equipado con un instrumento electrónico para ahuyentar a los tiburones. El instrumento, que usan los buzos profesionales, crea un campo electrónico de 13 pies de diámetro que espanta a los tiburones.
Tiene escalofríos y fatiga muscular, los labios y la lengua inflamados por el agua salada. Tiene lesiones de aguamalas en la pies. Está deshidratada. Tiene alucinaciones de que está rodeada de barracudas. Y las fuertes corrientes la han obligado a ella y a su embarcación de apoyo, Follow the Sun, a salirse de la ruta. Está a más de 60 millas de su objetivo, los Cayos de la Florida, y su entrenador y navegador le sugieren que abandone su esfuerzo.
El plan era conseguir un récord mundial al nadar 103 millas en 60 horas. La naturaleza se interpuso. Pero Nyad, una exitosa nadadora de maratones, deseaba seguir, dijo que era su "Olimpiada personal'' y que nada, excepto un huracán, podría detenerla. Pero al final dejó a un lado su sueño. Se le hundió el corazón mientras sus amigos la subían a la embarcación y aplaudían.
Treinta y dos años después, Nyad, quien cumplió 61 años el 15 de agosto, intentará de nuevo la proeza.
Está en Cayo Hueso con la mayoría de su grupo de apoyo de 24 personas, deseosa de lanzarse al agua, en espera de las visas del gobierno cubano. Está lista desde hace más de un mes, desde que completó el 10 de julio una prueba de 80 millas en 24 horas frente a los Cayos. La espera ha sido una tortura y ha afectado el entrenamiento, que compara con el de un tenista en Wimbledon en plena forma en espera de que escampe para poder jugar.
El momento es clave. Para mediados de septiembre, las condiciones meteorológicas y del mar habrán empeorado.
"Las corrientes fluyen en la dirección correcta. Las aguas del Golfo están supercálidas. ¿Dónde están las visas del viaje a Cuba?" escribió el jueves por la tarde en Twitter.
Nyad no nadó entre 1979 y el 2009. "Un gran agotamiento'', explica la deportista, miembro del Salón de la Fama de la Natación y quien se mantuvo activa como periodista, locutora y comentarista radial. "No podían pagarme para que me lanzara al agua''.
Así las cosas, ¿por qué ahora? ¿Qué puede impulsar a un ser humano a luchar contra los años y las inclemencias del tiempo y volver a intentar una hazaña que parecía imposible a los 28 años?
"Angustia existencial'', dijo, sonriendo y pletórica de energía. "No es que haya estado los últimos 30 años obsesionada con esto. No es remordimiento. Lo que sucede es que ya cumplí 60 años. Nunca he tenido un problema con los 55,
los 59, todo estuvo bien. Pero hay algo en cumplir los 60 que me molestó''.
"Todavía soy joven y apasionada. Soy responsable. Pero la sociedad no siempre nos trata de esa forma. En algunas profesiones te ves obligado a retirarte a los 62. Yo estaba experimentando lo que millones a mi edad sienten, que ya no se les valora, están preocupados de que dejaron atrás los mejores años, de que a partir de aquí todo es cuesta abajo. Estoy aquí para animar a la gente de mi edad, para probar que uno nunca es demasiado viejo para hacer realidad un sueño''.
Sesenta años no son muchos años. No es demasiado tarde. Ese es su lema.
Ahora pesa más (145 libras) y es más lenta (2 millas por hora) que cuando tenía 28 años, pero asegura que sus brazadas son más poderosas. Y está decidida a terminar lo que empezó en agosto de 1978.
Comenzó a entrenar discretamente hace un año y en enero se embarcó en su primera trayectoria larga en la costa de México. Había mucho oleaje. Las aguas estaban más frías de lo que esperaba. Pero lo hizo. Seis horas y media.
"Lo sabía cuando completé esa trayectoria'', comentó.
Ha recaudado más de $200,000 de patrocinadores y donantes privados. En esta ocasión, no usara una jaula contra tiburones sino un equipo de kayakistas a su lado y cada kayak estará equipado con un instrumento electrónico para ahuyentar a los tiburones. El instrumento, que usan los buzos profesionales, crea un campo electrónico de 13 pies de diámetro que espanta a los tiburones.
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