domingo, 24 de octubre de 2010

Bisabuela de 109 años guarda el secreto de su longevidad


POR DANIEL SHOER ROTH

Si usted cree que Gertrudis Balsinde va a darle la receta de la longevidad sana y feliz de buenas a primeras, no esté tan seguro.
"¡Ah no! Eso está reservado; no se lo doy a nadie'', dice con picardía Balsinde, una dulce y perspicaz cubana de 109 años que vive con su hija, de 77, en Allapattah. "No le doy a nadie el secreto''.

¿Será la comida? Pero los chicharrones con bastante manteca, el puerco asado, el congrí y los dulces, que han deleitado su paladar a lo largo de los años, no son precisamente la dieta que recomiendan los médicos.
¿Será la tranquilidad? Pero tuvo que trabajar desde los 10 años, en labores domésticas, como lo había hecho su abuela, Genoveva, hija de esclavos africanos.
Bueno, hay factores que quizás contribuyeron: no se perdía una fiesta, sólo bebía cerveza en Nochebuena y, lo más importante, nunca se ha considerado vieja. También es genético. Genoveva murió a los 108 años.
Lo que sí no es secreto es que cuando Balsinde sople las velitas del pastel a mediados de noviembre, entrará en una lista superexclusiva: la de los supercentenarios, que superan los 110 años. Y es probable que se convierta en la octogésima persona más vieja del mundo.
‘‘A mi me gusta mucho pasear, divertirme, ir a un buen teatro. Pero ya no puedo ir ni al bueno ni al malo. Tengo que conformarme con lo que diga Don Francisco'', confiesa con ironía, pues pasa la mayor parte del día durmiendo y viendo televisión. Aun así, conserva su lucidez, tiene buen humor y puede caminar con una andadera.
Según el Gerontology Research Group (GRG) en Los Angeles, la autoridad en el seguimiento de los supercentenarios, en el mundo hay sólo 79 personas que tienen 110 años o más con documentos verificados que validen la edad.
Balsinde conserva sus pasaportes cubano y estadounidense y el certificado de nacimiento, que indica que vino al mundo en Mariel, 25 millas al este de La Habana, el 17 de noviembre de 1900. También tiene la constancia de naturalización. Sí, aprobó el examen de la ciudadanía cuando tenía 93 años y de la primera vez.
Hoy la persona más vieja del mundo es Eugenie Blanchard, que nació en Guadalupe el 16 de febrero de 1896. La recordista del Libro Guiness es Jeanne Calment, nacida en Francia un año antes que Alexander Graham Bell patentara el teléfono y fallecida en 1997 ¡a los 122 años!
Entre los 79 supercentenarios sólo hay tres hombres. Estados Unidos, donde viven 23, es el país con más supercentenarios, seguido por Japón, con 18. En la Florida residen dos, en Ocala y St. Petersburg.
"Estudiamos a los supercentenarios para conocer el secreto de su larga vida y cuando les preguntamos sus secretos, realmente no los saben'', señaló L. Stephen Coles, director de GRG. "Algunos dicen que la razón es que beben whiskey todos los días y otros dicen que es porque nunca bebieron alcohol''.
Conocí a Balsinde el domingo pasado durante el reencuentro anual de los marieleños. Cuando anunciaron su edad no pude creerlo. No aparenta ser centenaria y nunca ha necesitado cirugía plástica ni Botox para verse bien.
"La gente nunca me cree. Ahora me dan 80 y a los 80 me daban 60'', relata. "Yo les respondo que sí, que mi mamá sabía leer y escribir''.

Su hija, Mirelles Williams, me muestra varios documentos para comprobar su edad, así como diplomas de felicitaciones que ha recibido en sus últimos cumpleaños.
"No los vayas a vender'', me advierte Balsinde guiñando el ojo.
Balsinde es la mayor de cinco hermanos; los otros cuatro murieron en Cuba entre los 90 y 100 años. Su madre falleció a los 48 años en una operación. El padre no estuvo presente en su crianza. Su primer esposo murió a los 39; el segundo a los 83. Su primogénito falleció hace 10 años, a los 72, tras una caída. Sus otros dos hijos tienen 76 y 74 años. Su nieta mayor tiene 54 años y su bisnieto mayor 27.
Excepto la artritis degenerativa, está en buen estado de salud, indica su médico, la Dra. Inés Braceras. Sólo toma tres medicinas --para la presión arterial, el colesterol y la artritis-- y una aspirina. Hace unos años sufrió una leve embolia cerebral y se recuperó rápido.
¿Cuál es su secreto?
‘‘Esa es la pregunta del millón de dólares'', responde Braceras.
Balsinde se apiada de mí. "Trabajar mucho, no tomar, no fumar'', revela.
De pronto la invade la tristeza, porque para su cumpleaños quiere un regalo que no puede tener: conocer a sus bisnietos que están en Cuba. Cuando los menciona, llora. Ella salió de la isla en 1970.
De todos modos, Balsinde no pierde esperanza de verlos porque pretende llegar a los 114 o incluso más. Si Dios quiere, llegará al primer lugar en la lista de los supercentenarios


Cort. El Nuevo Herald

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