Hace nueve años, en su fiebre de refundar instituciones, al gobierno se le ocurrió borrar las siglas de la PTJ e inventar el Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas. Entonces prometió que la nueva policía científica se dedicaría exclusivamente a resolver los delitos.
Sin embargo, en cuestión de meses, el Cicpc se convirtió en un apéndice de la revolución. Sus comisarios llevan chaquetas rojas, y su director, en tiempos electorales, habla como militante del PSUV. Pero, cuando los casos se les ponen difíciles, buscan la ayuda del Señor.
Cort. TalCualDigital
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