lunes, 16 de enero de 2012

Pareja de Homestead relata momentos de terror durante el naufragio del Costa Concordia

SUSAN MILLER DEGNAN/SDEGNAN@MIAMIHERALD.COM
Mientras miles de hombres, mujeres y niños corrían gritando, tratando de salvar la vida mientras el Costa Concordia se hundía, Karen Camacho temió que ella y su esposo no saldrían con vida del incidente.

Así que esta mujer de Miami-Dade, madre de dos hijos que la esperaban en el sur de la Florida, comenzó a sollozar.


Y a rezar.

“Estaba aterrorizada”, dijo Camacho, de 34 años y residente de Homestead, en declaraciones el domingo a The Miami Herald en una entrevista telefónica desde el hotel Rome Hilton. “Lloraba y gritaba, no podía dejar de pensar en mis hijos”.

“Le dije a mi esposo que íbamos a morir”.

Camacho y su marido, Luis Manny Hernández, estaban entre las más de 4,200 personas a bordo del crucero que chocó contra unas rocas el viernes por la noche cerca de la Isla de Giglio, en Italia. El enorme barco comenzó a escorar casi de inmediato a estribor y quedó medio sumergido en las frías aguas del Mediterráneo mientras los pasajeros, presa del pánico, se arrastraban y corrían en la oscuridad en medio de vidrios rotos y objetos de todo tipo.

“Fue como el Titanic pero sin agua”, dijo Camacho.

La pareja, que ahorró durante años para tomar el crucero como una segunda luna de miel para celebrar 10 años de matrimonio, tenían sus teléfonos móviles con ellos pero perdieron una computadora, iPods, pasaportes, tarjetas de crédito, todo su equipaje y unos $1,000. El sábado recibieron pasaportes temporales de la embajada de Estados Unidos y sobrevivían gracias a dos mujeres de la zona de Seattle que conocieron en la cena del viernes, cuando ocurrió el accidente pocas horas después de zarpar. Una de las mujeres, que vivió durante 12 años en Miami, le prestó a la pareja dinero suficiente para estar varios días en el país.

“Planeábamos visitar al Papa antes de irnos”, dijo Hernández, de 42 años y cubanoamericano que tiene una empresa de alarmas contra robo. “Naturalmente, ya nos sentimos bendecidos”.

La pesadilla comenzó justo después de que a la pareja le sirvieron el plato principal de cordero con crema de polenta.

“De repente sentimos un golpe y el barco se estremeció”, dijo Camacho, que nació en Honduras y que trabaja para una empresa que exporta materia prima para la fabricación de medicamentos en América Latina. “Todos los platos, las tazas, la botella de vino, todo nos cayó encima y después se hizo añicos contra el suelo. Y tenía puesto un vestido con tacones altos”.

“Le dije a mi esposo: ‘El barco se está inclinando hacia un lado’, entonces al otro, y él dijo, ‘No te preocupes. Estamos en el 2012. Este es un barco muy moderno para que se hunda’ ”.

Mientras tanto, la compañía propietaria del Costa Concordia, cuyo naufragio cerca de la isla de Giglio causó al menos cinco muertos, acusó el domingo al comandante de haber cometido errores en la ruta del navío y en la gestión de la emergencia.

“Pesan acusaciones gravísimas” sobre el comandante Francesco Schettino, indicó la empresa de cruceros en un largo comunicado difundido el domingo por la noche. Acusado de homicidios múltiples y de abandono del navío, el comandante se encuentra detenido en Grosetto.

“Parece que el comandante cometió errores de juicio que tuvieron graves consecuencias” y que “sus decisiones en la gestión de la urgencia no han seguido los procedimientos de Costa Cruceros, acordes con los estándares internacionales”, añade.

La compañía afirma, no obstante, que el comandante realizó todos los programas de formación requeridos, así como los miembros de la tripulación e incluso los pasajeros, que realizan un ejercicio de evacuación durante las 24 horas que siguen al embarque.

“La trayectoria seguida por el crucero no era buena”, afirmó el fiscal de Grosseto, Francesco Verusio. El comandante “se acercó de forma torpe a la isla de Giglio, e impactó contra una roca que se encastró en el lado izquierdo, haciendo inclinarse (el barco) y entrar una enorme cantidad de agua en dos o tres minutos”, añadió.

Y confirmó que había abandonado el barco “mucho antes de que fueran evacuados todos los pasajeros”.

Numerosos testigos y guardacostas destacaron también que el barco navegaba demasiado cerca de las costas de la isla de Giglio, situada frente al litoral del sur de la Toscana.

Según algunos, el crucero estaba haciendo una maniobra llamada “l’inchino” (reverencia en italiano), con todas las luces y las sirenas activadas, para saludar a los 800 habitantes de la isla de Giglio.

Las informaciones recabadas apuntan a que en ese momento el comandante maniobró para acercar el barco al puerto de la isla, hasta finalmente volcar a unos 50 metros de la orilla.

La caja negra con los datos sobre la trayectoria fue encontrada el domingo.

Complementada con información de Agence France Presse.
Cort. El Nuevo Herald

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