Sigue la arbitrariedad de no consultarle a los venezolanos las decisiones del gobierno y en 14 años solo se han quedado en palabras, las promesas
JAIME BELLO-LEÓN/TalCualDigital
Yo no he sido convocado a ninguna mesa de discusión acerca de la construcción o no del nuevo Mausoleo. Supongo que lo mismo le debe haber sucedido a los otros 28 millones de venezolanos que habitamos esta Tierra de Gracia, como la llamó Colón.
Tampoco fui convocado a algún referéndum para decidir sobre el gasto de todos esos millones en semejante obra, de modo tal que no entiendo todavía qué quiere decir lo de la democracia participativa y protagónica que tanto se ha cacareado.
Hasta nuevo aviso, eso es letra muerta.
La verdad es que me resulta muy curioso que la única edificación más o menos emblemática de estos últimos 14 años vaya a ser un mausoleo para emigrar al "Padre de la Patria" del recinto donde había estado reposando desde 1876.
Los restos los mudan, pues, a una nueva suite, donde debe por ahora gozar de todas las comodidades que supongo debe tener un mausoleo verdaderamente revolucionario. Ya no estará ocupando lo que era el altar mayor de lo que había sido nada más y nada menos que la iglesia de la Santísima Trinidad.
Del altar mayor, menuda cosa, pasa ahora quién sabe a dónde. El exabrupto de Guzmán pareciera que va a quedar eclipsado por el del actual sembrador y fanático de odios.
Tanto lo del mausoleo como lo del rostro "verdadero" de Bolívar son los asuntos en que nos quieren ocupar en esta hora de elecciones, porque no hay obra que defender ni mostrar.
Han pasado 14 años en el gobierno, con las arcas del Estado repletas de fondos petroleros, y no hay obra que mostrar, porque esta ha sido la revolución del despilfarro más inmoral que podemos recordar.
El país todo está lleno de problemas y los rojos rojitos, después de 14 años, siguen cargados de promesas y endeudando la nación con los misteriosos fondos chinos.
El hombre enfermo, que padece un impredecible cáncer, ha quedado al descubierto. Su único afán es querer permanecer eternamente en el poder, con su revolución de propaganda, llena de slogans, repleta de delirios y de galimatías indescifrables, y responsable del alarmante deterioro social donde nos encontramos inmersos, y donde la vida pende de un disparo certero en cualquier esquina y a cualquier hora del día.
La tarea que ha de emprender el gobierno de Capriles Radonski es verdaderamente inmensa para llevar a Venezuela a la senda de la civilización, porque en estos 14 años se ha minado el alma de los venezolanos, sembrándola de odio y de fobia al trabajo.
A este nuevo gobierno hay que acercarle el hombro, porque la reconstrucción no puede ser la obra de un solo hombre. Se le acabó el "por ahora" a la revolución de la muerte.
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