HÉCTOR SILVA MICHELENA/TalCualDigital
Es el título de un libro que prometía revolucionar la sociedad, escrito por Jacques Bergier y Louis Pawels, publicado en 1960 por Folio y en español en 1962 por P&J.
Se vendieron más de 2 millones de ejemplares. Los autores engañaron a mucha gente, hasta que las críticas de científicos, expertos y periodistas lo demolieron.
La historia los juzgó, no se ha olvidado.
Los brujos del área económica en Venezuela, cuyos chamanes, ejecutando con perversidad las ruinosas políticas de Chávez, han encadenado al país en una telaraña de púas administrativas, canonizadas por la Habilitante concedida a un muñeco, juguete de la casta militar cubano-venezolana, olvidan o ignoran por qué fracasaron todas las economías socialistas. Los brujos no escuchan, pero los clientes no son idiotas.
Recordemos la historia.
El fracaso de las economías socialistas de cualquier tipo se debió a laconjunción de tres características que les eran intrínsecas, de ahí sudemostrada inviabilidad histórica. Estas son:
1) el control estricto de lasdivisas y la asignación de bienes y servicios importados o producidos porparte de un aparato administrativo que eliminaba la competencia entre los productores
2) el control directo de la empresas por el EstadoPartido y sus fiscales
y 3) falta de competitividad, de democracia, de libertad y la inamovilidad del trabajador. Esto se tradujo en la formación de un dólar negro marcador, en una grave ineficiencia y en severa escasez crónica.
Ya observamos esto en el país.Estas características se expresaron en la inadecuada relación entre ejecutivos y trabajadores, es el llamado problema entre el agente (losburócratas) y los trabajadores y consumidores.
El problema de agencia ejecutivo¬trabajador perjudicó por dosrazones:
1) los trabajadores tenían pocas motivaciones para trabajar duro si su despido era virtualmenteimposible
2) tenían pocos incentivos para ganar más porque la oferta de productos era muy reducida.
Una buena parte de la cesta de consumo, incluida la vivienda, era directamente suministrada por la empresa (como lo impuesto a PDVSA en las misiones), no a través del mercado.
Las empresas estatales, muy ineficientes, no podían quebrar por razones obvias. El Estado siempre las rescataba como ahora los brujos lo hacen aquí con cargo al presupuesto, generando escasez e inflación.
De allí deriva la corrupta práctica de la "restricción presupuestaria blanda", según la cual las autoridades políticas concedían préstamos y desgravaciones a empresas que, desde el punto de vista económico, no debían concederse.
Este es el papel que en Venezuela cumple la viciosa práctica de los créditos adicionales que este año supera los Bs.
247 millardos. Pero lo decisivo fue que el crecimiento económico pasó a depender del cambio tecnológico. En ello las economías socialistas fracasaron rotundamente.
Los economistas brujos anidaron en el país e ilustran cómo arruinar la economía.
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