Por: Teodoro Petkoff/TalCual
2014 luce, en particular en lo económico, como una extensión, ampliada y empeorada, de 2013. Tal afirmación no es caprichosa.
Si miramos hacia el porvenir inmediato a la luz del pasado más reciente, que es el año que acabamos de dejar atrás, lo que se ve es más de lo mismo, o peor, sin que nada induzca a pensar en cambios en el oficialismo que permitan abrigar alguna razonable certidumbre de que lo que viene pueda ser mejor que lo ocurrido en lo que ya es pasado.
En la política económica, que es clave para entender por dónde pueden venir los tiros, lo que se asoma es una prolongación de la (no) política que Maduro ha colocado en órbita, desde que se sacó la rifa de la presidencia.
El país se debate entre las tenazas de una paradoja. Literalmente asfixiado por la catarata de dólares petroleros que se derrama sobre él lo cual autorizaría a suponer una abundante provisión de bienes, conoce simultáneamente, sin embargo, una significativa escasez de ellos, en particular, de alimentos.
Es algo inexplicable, a la luz de la razón.
Si hay dinero para comprar, tanto afuera como adentro, ¿por qué el papel tualé, por poner un ejemplo, que es como un complemento indispensable de los alimentos, se ha vuelto un objeto casi de lujo?
Los viajeros que regresan vienen cargados con cajones enteros de papel higiénico. Pero la escasez de papel no se limita a este ámbito tan particular.
Es que incluso la utilización de papel de periódicos para esos mismos fines y sus afines, amenaza con no ser suficiente.
En su edición de ayer lunes, el diario VEA, gobiernero hasta la pared de enfrente, publica en su primera plana un recuadro donde hace saber que se ve obligado a reducir el número de sus páginas “debido a la escasez de papel”.
VEA, pues. Otros diarios, sin anunciarlo, en la práctica están procediendo del mismo modo.
Si queremos especular sobre las razones de esta tan peculiar como sombría situación podríamos intentar una explicación que no debe andar muy lejos de la verdad.
Eso no puede ser sino pura incompetencia, incapacidad para hacer las cosas más sencillas, como amarrarse las trenzas de los zapatos, por ejemplo.
El señor Maduro, presidente de la República, llama a los productores a producir. No deja de ser una ironía sangrienta.
Primero proceden a averiar el aparato productivo con toda clase de medidas insensatas y acusaciones al voleo de “sabotaje”, y luego piden a lo que resta de ese mismo aparato de supuestos saboteadores que “se ponga a producir”.
En todo caso, quizás pueda rescatarse de esta conducta estrambótica lo que, por ahora, no pasa de ser una intención, pero tal vez sincera por el susto que produce el panorama de anaqueles vacíos que se presenta por todos lados, que es dejar tranquilos a los productores para que puedan dedicarse a lo suyo.
Ojalá sea una rectificación de verdad y no un aguaje como a los que nos tiene acostumbrados el chavismo, tanto en su versión original como en la de la sucesión, que termina por hacer las cosas peores.
No pasarán muchos días sin que veamos por dónde vienen los tiros.
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