Por: VenEconomía
Hace 25 años, un 27 de febrero, los venezolanos, y los caraqueños en particular, vivieron el horror de “El Caracazo”, que dejó un saldo de varios cientos de muertos, heridos y desaparecidos.
Ese sacudón social de febrero de 1989 ha demostrado en el desarrollo de la historia de Venezuela que fue un punto de inflexión que marcó el fin del Pacto de Punto Fijo, ese acuerdo firmado en noviembre de 1958 por los principales partidos políticos de la Venezuela, existentes para aquel entonces, para privilegiar a la democracia como el sistema político y un modelo económico y social de centro-izquierda que imperaría en el país.
Ahora en este febrero de 2014, vuelve Venezuela a vivir otra explosión social, que tiene puntos de confluencia con la registrada en 1989.
Tal como aquel febrero, hoy el país está minado por la escasez y el alto costo de la vida, que estragan los presupuestos familiares y generan desesperanza y frustración. Ayer, como hoy, la clase dirigente despertaba un profundo rechazo en amplios sectores de la población, la cual era (y es percibida) percibida como ineficiente y corrupta.
Las diferencias entre los dos febreros, es que ahora todos esos factores están elevados a la enésima potencia. Hoy con creces, la crisis económica es más profunda, la escasez es más generalizada y la corrupción, que se inserta en todo tejido de gobierno, alcanza niveles mil billonarios jamás vistos en el país. Más determinante aún, ahora emergió como nunca antes, el uso político de la justicia, la impunidad y una desbocada delincuencia que ha segado la vida de más de 24.000 ciudadanos solo en 2013.
Los disturbios de ese 27 de febrero surgieron, según la creencia popular por: (1) Un aumento en el precio de la gasolina, mal implementado, que se tradujo en un incremento del pasaje del transporte público desde Guarenas a Caracas, el cual muchos no podían pagar por cuanto fue día antes de la quincena. (2) Por una reacción contra las medidas económicas del recién electo gobierno de Carlos Andrés Pérez. Lo que nadie parece recordar es que esas medidas fueron tomadas en marzo de 1989, un mes después del Caracazo; ni que por varias semanas antes del 27-F, varios medios estimulados por la izquierda radical llamaron a protestas por el costo de la vida, la escasez y, en general, en contra del Gobierno de Carlos Andrés Pérez y los empresarios. Ni se recuerda que los motines y las protestas de ese 27 de febrero fueron provocados por los partidos de la extrema izquierda y protagonizados por sus líderes, y que muchos de ellos han ejercido durante los tres últimos lustros determinantes funciones de mando en el Estado.
Tal como lo hizo antes Hugo Chávez, de nuevo Maduro está tratando de provocar violencia generalizada. Sabe bien el gobierno que, en un escenario de violencia, el proyecto de país ideado por los Castro tiene todas para ganar. El gobierno tiene la potestad del uso de las armas de la República, además de un ejército de milicianos, paramilitares y componentes del hampa patrocinados por el oficialismo.
De allí que si el sector que disiente y pone resistencia a este régimen infamante no cae en provocaciones, y sigue comprometido con la no violencia, la Democracia tendrá todas las de ganar y así hacer también de este febrero de 2014 un punto de inflexión, ahora para recuperar la democracia venezolana.
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