Las dos marchas del sábado, la opositora descomunal, la otra majunchona, clamaban paz, unidad, diálogo y similares… También, como es imprescindible, con algunas voces desafinadas. Bien, qué otra cosa puede decirse de ese clamor nacional, incluso hasta se podría decir muy bien.
Creemos que nadie tenga interés en prolongar los días infernales que acabamos de vivir y que no podría sino seguir produciendo más, mucho más, de lo que ya produjeron: muertos, heridos, presos, torturados, camisas pardas, versiones truculentas y enloquecidas, ciudades inmovilizadas y fragmentadas, barricadas irritantes, ahondamiento del desastre económico, anarquía… Pero para hablar moderadamente de ese ayer, en sentido literal, anotaríamos dos hechos que parecen altamente significativos por concretos: el ofrecimiento hecho por Maduro al colega Obama de un diálogo inmediato con designación de un emisario y todo y la promesa de relaciones integrales (tres o cuatro días después de que el imperio era tan demoníaco que botó, sin explicaciones, a tres diplomáticos gringos, pero bueno ya se sabe que el principio de no contradicción no es el fuerte del Hijo como no lo era del Padre) y la devolución a CNN de su corresponsalía en el país, horas después que se expulsó y vejó a la más estelar figura de esa poderosísima cadena mundial, otra joya de la coherencia lógica.
Pero más allá de esas piraterías sofísticas no pareciera que fuesen insignificantes esos intentos de amigarse con el siniestro Imperio. (Asunto, dicho sea de paso, que se parece mucho a lo que hacen los modélicos longevos cubanos con sus vínculos con EEUU, con Europa, esa otra órbita imperial, y hasta con algunos prósperos hermanos del vecindario. Modernización pues, conciencia tardía de que algo irreversible pasó cuando se cayeron muros y estatuas rojas en 1989).
Es de suponer que estos acontecimientos notorios y en buena parte sorprendentes, si son de verdad confiables, nunca se sabe, den lugar a algo que todavía no vemos claro pero de cierta envergadura. Nosotros esbozaríamos algunos rasgos más bien dispersos pero que nos parecen van a pesar en el inmediato futuro. Una oposición que ha consolidado de nuevo su unidad, diría que robustecida por que ha reencontrado con dolor ciertamente la anhelada calle, ahora de nuevo bajo el liderazgo de Henrique Capriles que parece tener las proposiciones más sintéticas (Constitución, diálogo, calle con paciencia y “foco”) y que no parece haber perdido el aura que le dio su histórico peregrinaje en las dos elecciones presidenciales. Luchas impostergables como es la libertad de los presos, entre ellos Leopoldo López víctima de los delirios paranoicos y/o manipuladores del gobierno, y hacer buena la palabra de Maduro de parar sus gatillos alegres, estos sí fascistoides, para usar con propiedad la devaluada palabra. Y Constitución, buenas y nutritivas dosis de Constitución, de la bicha, la del Eterno, sanas reglas para parar esta pelea a cuchillo.
Pero no se olviden que en el fondo no es cuestión de paz y amor, que siguen las colas, la inflación, los malandros que espantan, la corrupción impune, el paralelo peludo, las deudas, la producción nacional en el suelo y la falta de divisas…la economía que como dice el materialismo histórico, ¿no es así camaradas?, es aquello que determina realmente la vida toda de las sociedades. Allí está el detalle diría Marx, a lo Mario Moreno.
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