JULIO MATERANO | EL UNIVERSAL
Frente a la demora y los retrasos del Metro de Caracas, son numerosas las maniobras que deben improvisar los viajeros para abordar un vagón que los lleve a su destino.
Sofía Moncada, de Antímano, indica que en horas picos se demora hasta dos horas para llegar a La Urbina, donde labora en un centro de copiado.
"Esperar por un tren se ha vuelto una tortura cada mañana. Los usuarios no respetan el área preferencial, tampoco les importan las mujeres embarazadas o los discapacitados", asegura.
El viajar en tren se ha vuelto una tarea cada vez más ardua para las personas con limitaciones físicas, quienes deben adaptarse al ritmo agitado del resto de los usuarios para llegar lo antes posible a sus casas, lugares de trabajo o a una cita médica.
Maribel Martínez, sufre de osteoporosis degenerativa desde hace tres años, y cuenta que en una ocasión se fracturó la tibia, producto de un empujón.
"Antes procuraba usar el servicio en las horas poco concurridas, pero de un tiempo para acá el metro vive en una eterna hora pico, donde uno no se salva de los empujones ni de los golpes de los otros viajeros".
El usuario Eduardo Noguera afirma que las líneas 2 y 3, se han vuelto tierra de nadie, además, asegura que la ruta principal (L1) no escapa de esa situación. "Me sorprende cuando entro a un vagón y veo basura tirada en los pasillos de los coches. He visto pañales sucios, niños orinando en los rincones de los trenes y gente escupiendo en los rieles", dice desconcertado.
La falta de personal capacitado, el deterioro de las escaleras mecánicas y la pérdida de sensibilidad, son las principales denuncias elevadas por la población más vulnerable, quienes formulan un llamado a las autoridades para que se atienda el servicio.
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