JULIO MATERANO | EL UNIVERSAL
Dos elementos escasean en la mesa de Dios: los cirios litúrgicos, que en la Iglesia Católica simbolizan la vida y la luz de la resurrección, y el vino para consagrar, que representa la propia sangre de Jesucristo dentro de la liturgia cristiana. Una situación que mortifica a la feligresía más asidua no solo de Caracas sino también del interior del país, donde conseguir un cirio a base de cera abeja se ha vuelto un Vía Crucis para los sacerdotes.
En los templos de la ciudad reportan que reconocidas empresas como El Fraile, y otras fábricas de trayectoria nacional, han limitado el despacho de los cirios que se caracterizan por tener mayor durabilidad y que son empleados durante las celebraciones pascuales, los bautizos y fiestas religiosas.
En la Santa Capilla de Caracas las monjas encargadas de su administración aseguran que "cada vez es más costoso y difícil conseguir un cirio litúrgico", que la mayoría de las parroquias usan tradicionalmente para alumbrar a la representación del Santísimo Sacramento en los momentos de oraciones y visitas. "Son esenciales para la celebración de las fiestas de la Iglesia, por eso debemos conseguirlos como sea", afirmó la religiosa quien pidió no ser identificada.
Durante un recorrido realizado por las parroquias Nuestra Señora de la Candelaria, San francisco de Asis, La Catedral de Caracas y Nuestra Señora de la Encarnación de El Valle, situadas en Libertador, miembros de la comunidad religiosa reportaron dificultades para hallar los cirios. En algunos casos, también han enfrentado aprietos con los vinos, pues señalan que en el país hay dificultades para embotellar el licor que es producido por una reconocida empresa nacional.
Pedir prestada a una parroquia vecina una botella de vino para consagrar o un cirio, con la intención de ser repuestos en un futuro cercano, es parte de una práctica que se ha vuelto común entre párrocos, mientras corren tiempo austeros en la industria venezolana.
El sacerdote Andrés Aparicio, encargado de la iglesia Nuestra Señora del Carmen, en Ocumare del Tuy, estado Miranda, relata que en ocasiones debe acudir a locales esotéricos para adquirir velones comunes para iluminar al Santísimo.
"Hace un año compré una caja de cirios en la fábrica El Fraile, en el sector Alvarenga de Charallave, pero cuando volví hace poco me dijeron que no estaban fabricando porque no tienen insumos y son importando", sostuvo.
Aparicio indicó que la situación es consecuencia de la falta de materiales básicos. Francisco Sardiña, encargado de una distribuidora de vela, velones y otros productos, en las inmediaciones de la Basílica Santa Teresa, detalló que la falta de parafina es la principal carencia dentro de esa industria. "Las empresa San Gabriel y Veracruz han dejado de producir", afirmó el comerciante.
La vendedora informal Anaís Camejo, quien depende económicamente de la venta de velas y velones, frente a la Basílica, indicó que las distribuidoras solo comercializan al detal. "Ya no puedo comprar por caja. Solo nos venden unos pocos". En ello coincide Haidee Torre, miembro de la cooperativa, Los Veleros de Goyito, que laboran en la Plaza Candelaria, al asegurar que deben recorrer grandes cadenas de supermercado para asegurar la luz a quienes visitan las iglesias.
Mientras ello ocurre, el creyente Pedro Mijares asegura que mantener iluminada a la Virgen del Carmen, como parte de una promesa, le cuesta cada vez más caro. "Es un reto".
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