Germán Flores, lingüista | Sandra Bracho
Para el lingüista, quien prepara el libro "La lengua de Chávez", el mandatario venezolano ha convertido su "idiolecto -rasgos propios de la forma de expresarse de un individuo- en lengua oficial de Venezuela"
AFP/El Nacional
Venezuela está gobernada por la "verbocracia" de su presidente, opinó el lingüista Germán Flores, autor de un libro sobre el lenguaje de Hugo Chávez, quien, según el experto, hace un uso hábil y abundante de la palabra que modificó el hablar de sus conciudadanos tras 10 años en el poder.
"En el Dios bíblico, pensamiento, palabra y acción son la misma cosa. En el caso de Chávez, quiere que lo que él piensa, dice y hace sean la misma cosa. Pero eso no funciona así", señaló Flores en una entrevista a la AFP.
Para el lingüista, quien prepara el libro "La lengua de Chávez", el mandatario venezolano ha convertido su "idiolecto -rasgos propios de la forma de expresarse de un individuo- en lengua oficial de Venezuela".
"Venezuela es una verbocracia de Chávez: el mandatario venezolano gobierna a través del verbo", consideró el experto.
Desde 1999, decenas de instituciones públicas han cambiado de nombre o llevan el calificativo "bolivariano", en recuerdo al héroe de la independencia Simón Bolívar, y el léxico considerado chavista ha inundado todas las esferas de la sociedad.
Palabras como "soberano", "pueblo", "socialismo", "imperio", "revolución", "capitalismo" o "golpe de Estado" tienen un significado distinto en el idiolecto de Chávez, quien ha logrado imponer en Venezuela el sentido que le da a esas expresiones.
El lenguaje del mandatario ha impregnado incluso el hablar de sus opositores, insistió Flores.
Sin embargo, el lingüista explica que términos como "civil", "inseguridad" o "ciudadano" escasean en el vocabulario presidencial. "Lo que Chávez no nombra no existe" para él, consideró.
Es raro el día en que el presidente venezolano no aparece en un acto público. Además, Chávez ordena en ocasiones la transmisión de sus intervenciones en cadena obligatoria por los medios que difunden en señal abierta y cada domingo protagoniza su programa "Aló, Presidente", que dura una media de seis horas.
"Chávez habla para mostrar la importancia, no de lo que va a decir, sino la importancia de él mismo", afirmó.
Para este profesor de literatura medieval, a través de la repetición de las ideas, Chávez usa un "elemento juglaresco" propio de la tradición oral que ayuda a grabar el mensaje en la audiencia.
Así, términos acuñados por Chávez como "escuálido" para designar a sus detractores, "vergatario" para bautizar un modelo de teléfono celular o "Goriletti" para referirse al presidente interino hondureño Roberto Micheletti, se han hecho moneda corriente en Venezuela y más allá de sus fronteras.
Flores recordó además que el presidente venezolano "no tiene equipo de escritores", es decir, improvisa sus largos discursos apoyándose en referencias bibliográficas y en una innegable habilidad para mantener la atención de la audiencia.
Además y según el académico, Chávez "confunde su manera de hablar en casa y la manera de hablar oficial", lo que lo convierte en un 'rara avis' entre los presidentes venezolanos del último medio siglo, quienes siempre mantuvieron el protocolo.
"Él cree que la gente es vulgar, grosera y ordinaria y tiene como norma hablarle así (...) Es el presidente que más ha usado el lenguaje escatológico, porque cree que lo acerca al pueblo", opinó Flores.
No obstante, las encuestas demuestran que la forma de hablar del presidente, el lenguaje sencillo y el uso de analogías que todos los venezolanos comprenden han creado una conexión emocional inédita entre Chávez y el ciudadano de a pie, algo que otros líderes venezolanos dificilmente lograron.
El mandatario es a menudo criticado por incitar actos de violencia contra de sus detractores. Para Flores, Chávez, ex teniente coronel del ejército, es de alguna manera responsable de las acciones violentas de sus seguidores "porque su idiolecto es un discurso constante de confrontación bélica".
"Chávez se apoderó del idioma y en la medida en que él se apodera de la lengua perdemos nuestra libertad", concluyó.
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