Como un ciudadano empobrecido y arrinconado por las deudas, que acude a uno de esos negocios que ofrecen comprar oro como recurso extremo, así el gobierno de Nicolás Maduro vive sus días patéticos: toma medidas que no paliarán los problemas.
Escarba. Agrega unos diamantes a las reservas internacionales. Remata la deuda que República Dominicana tiene con Venezuela. Es decir, soluciona un mal negocio con un acuerdo todavía peor. El que ha sido un régimen de dos gobernantes con los ingresos más fabulosos que recuerde la historia del mundo, hace aguas como producto del despilfarro y la corrupción que tampoco tienen antecedentes en el mundo.
Del despilfarro y la corrupción proviene el desabastecimiento, que humilla y vuelve la vida cotidiana de los venezolanos en una recurrente pesadilla. No lo decimos nosotros: es una denuncia extendida de millones de ciudadanos, de los propios funcionarios y de amplios sectores del propio PSUV, sean o no de Marea Socialista.
¿Qué país, qué sociedad, qué vida tenemos al cierre de este 2014? Malvivimos con un sistema de salud, público y privado, colapsado. Sin insumos. Sin medicamentos. Sin los recursos básicos para atender a los pacientes. Un país, cuya red de atención primaria no ofrece soluciones a quienes acuden a sus instalaciones, cada vez más precarias.
Las realidades de la violencia y la acción de los delincuentes, sigue marcada por la impunidad. En Venezuela se asesina, se atraca, se roba, se estafa y se vulnera la integridad física y psicológica de las personas, sin que el gobierno tenga una sola respuesta satisfactoria a esta calamidad. Guardaespaldas, vehículos gubernamentales y motorizados se han apropiado de las calles. Lo que es sin duda un logro de 2014 es haber instaurado en las calles un sentimiento de miedo entre los ciudadanos.
¿Qué puede decir el gobierno del servicio eléctrico, cuyas líneas de transmisión en todo el país están técnicamente inservibles, porque ni Chávez en su momento ni Maduro ahora ha invertido en ellas? ¿Qué podría argumentar en relación al estado de la vialidad en todas las regiones de Venezuela? ¿Cómo se explica el vertiginoso descenso en el nivel de los escolares de la educación pública venezolana?
Piense el lector en el valor real del bolívar. Recuerde que a esta hora, mientras usted lee este editorial, hay personas presas por pensar distinto o por ejercer su derecho constitucional a la protesta. Pregúntese el lector si el señor Elías Jaua recibirá algún castigo por hacer uso del avión de Pdvsa para fines personales. Converse con cualquier taxista y pregúntele por las zonas por las que no circula temeroso de perder la vida. Haga un recuento de la cantidad de mentiras por minuto que emiten los medios de comunicación controlados por el gobierno. Salga de su casa en búsqueda de un milagro, es decir, de encontrar los ingredientes para elaborar una hallaca.
El Nacional no necesita ofrecer una conclusión de lo que 2014 ha significado en la vida de los venezolanos. Cada ciudadano está en condiciones de hacerlo por sí mismo.
Cort. El Nacional
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