domingo, 3 de enero de 2010

Un hombre peligroso


EDITORIAL DIARIO LA NACIÓN DE COSTA RICA

  • Globovisión, televisora de Zuloaga, es la única emisora independiente de Venezuela tras la clausura de Radio Caracas Televisión

  •  Zuloaga, otra víctima del proceso de poder concentrado de Hugo Chávez y del miedo que le inspira la libertad de expresión

Guillermo Zuloaga Núñez está acusado de usura y de resistir el allanamiento de la casa donde almacenaba artículos relacionados con el delito.


Las autoridades tributarias le impusieron una cuantiosa multa a la firma más reconocida de su grupo empresarial y la policía volvió a allanar su residencia para investigar crímenes contra el medio ambiente. No hay cargos en su contra por conspirar contra el Estado, pero se le acusa públicamente de participar en actividades subversivas. Los tribunales le impusieron, como medida cautelar, un impedimento de salida del país y la obligación de presentarse a firmar cada ocho días. El juez quiere tenerlo cerca, porque Zuloaga es un hombre de peligro.
Globovisión, la televisora de Zuloaga, es la única emisora independiente de Venezuela tras la clausura de Radio Caracas Televisión el año pasado. El empresario es así de peligroso… para el gobierno de Hugo Chávez, incapaz de tolerar siquiera una estación crítica de sus dictados. Este es el peligro de fondo y la raíz de todos los esfuerzos por presentar a Zuloaga como delincuente: la disposición y compromiso de mantener la independencia de su medio de comunicación en un ambiente hostil, donde quedó prácticamente solo frente a las 28 estaciones de televisión controladas por el gobierno, sus 238 emisoras de radio y unas 340 publicaciones impresas.
El primer allanamiento a la casa del empresario nació de una denuncia telefónica sobre la presencia de 24 automóviles en la residencia.
Zuloaga es dueño de una comercializadora de vehículos y pronto demostró la legítima posesión de los autos. Entonces, la acusación se enrumbó hacia el delito de usura como si se tratara del acaparamiento de artículos de primera necesidad. También se le acusó de resistirse al allanamiento. La jueza competente para tramitar el caso fue destituida y se le sustituyó por un colega que dictó las medidas cautelares.
Y es que Zuloaga no tiene suerte. Cuando está a punto de hallar la solución para un problema, se le convierte en otro. Así ocurrió con la multa de 5 mil millones de bolívares fuertes impuesta a Globovisión por las autoridades tributarias. Al conocer la noticia, los televidentes iniciaron una colecta pública. El esfuerzo iba bien encaminado hasta que el gobierno anunció que el monto había aumentado a 9 mil millones.
Los trofeos de caza exhibidos en su residencia tampoco pasan inadvertidos. Zuloaga dice haberlos conseguido a lo largo del tiempo en el extranjero, pero la policía insiste en saber si son prueba de un delito contra el ambiente. El 13 de agosto, una turba chavista dirigida por la llamada Comandante Lina Ron asaltó las instalaciones de Globovisión y disparó contra ellas varias bombas de gas lacrimógeno, porque la mala suerte de Zuloaga se extiende también a sus colaboradores, agredidos de palabra y de hecho.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos no achaca las tribulaciones de Zuloaga y sus colaboradores a la mala suerte. El 12 de abril del 2007 demandó al Estado venezolano por la “serie de actos y omisiones, ocurridos entre octubre de 2001 y agosto de 2005, consistentes en declaraciones de funcionarios públicos y actos de hostigamiento y agresiones físicas y verbales, así como obstaculizaciones a las labores periodísticas, cometidos por agentes estatales y particulares, en perjuicio de 44 personas vinculadas al canal de televisión Globovisión, entre periodistas, personal técnico asociado, empleados, directivos y accionistas, así como por algunas investigaciones y procedimientos penales abiertos o realizados a nivel interno en relación con esos hechos”.
El 28 de enero pasado, la Corte Interamericana condenó al Estado por violar los derechos a la integridad personal y a la libre expresión de los empleados y periodistas de Globovisión, pero los tribunales dominados por el presidente Chávez ya se habían pronunciado sobre la inaplicabilidad de las resoluciones de la Corte en territorio venezolano. En su inusitado criterio, los fallos de la Corte Interamericana lesionan la autonomía del Poder Judicial.
Zuloaga y sus colaboradores no ganaron más que el recrudecimiento de los ataques y la oportunidad de desenmascarar las arbitrariedades de un régimen capaz de renunciar al Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos con tal de mantener incólume el avance de sus planes autoritarios. Globovisión es una piedra en el camino y su propietario un hombre peligroso para la culminación de tales designios. El caso de Zuloaga no es único, pero ilustra bien el peligro, ese sí real y constante, del poder concentrado en un solo par de manos.
Fuente: nacion.com (Costa Rica)

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