Por: Fernando Rodríguez/TalCualDigital
Una pregunta ronda en muchas cabezas: el provecho que pudo sacar Esteban en la recién terminada cumbre caraqueña. La respuesta a esa interrogante, a decir verdad, no es sencilla, como no lo fue el polifónico y algo cantinflérico evento.
Si uno piensa en el virtual Chávez de La Haya, donde no se juzga sino a malandros de muy alto coturno, tipos de verdad malucos, pues uno diría que la cosa le salió bien. Al fin y al cabo vinieron prácticamente todos los mandatarios regionales y hubo las buenas maneras propias de cualquier sarao de ese nivel. Las tres reuniones con sus pares de Colombia, Brasil y Argentina le permitieron, a sus anchas, mostrarse como unos de los líderes de este sufrido continente. (Los amantes del kitsch ven en el cuadro entregado a la reina Cristina el momento excelso de la Cumbre). Es cierto que la sede le correspondió a Venezuela por meras razones geopolíticas, como le tocó la presidencia al reaccionario de Piñera pongamos por caso, pero muchísima gente creerá la especie de que se debe a ser la cuna del Libertador y la sede de la revolución bolivariana y su caudillo. Otros han dicho que la salud del Presidente tiene lo suyo en la amplia presencia de jefes de Estado, quién quita, pero sobre ello habría que advertir que siendo todavía tema susceptible de las hipótesis más contradictorias, no se sabe quiénes vinieron a manifestar su alborozo por la milagrosa cura y quiénes a despedirse.
Y, justo es reconocer, que Esteban estuvo comedido, concesivo y breve como pocas veces. En síntesis, que es un señor que no desluce visitar, al menos en cambote, y si el resultado del torneo dista mucho de sus deseos da como para explotarlo en las encuestas y refresca su imagen latinoamericana.
Ahora bien, si uno piensa en el aliento revolucionario las cosas cambian. Nosotros diríamos que ésta ha sido su capitulación mayor, al menos en política exterior. Él y los compañeritos del Alba ya no quieren hacer para mañana la revolución continental, y hasta mundial, sino más bien van a dejar la ideología para las fiestas patrias y se convertirán en negociantes pragmáticos, mercado mediante. Sólo la noble herencia de los ancestros indígenas y los próceres nos unifican. Hasta Raúl Castro fue conmovedor hablando de continente de paz y sin armas nucleares (remember, entre otros desafueros militares, aquellos aterrantes misiles soviéticos que casi terminan con el homo sapiens). Lo cual no quiere decir que no van a seguir, en sus patios, cometiendo tropelías y tratando de eternizarse en el poder, ni van a dejar de meterle la zancadilla al vecino cada vez que las circunstancias lo permitan.
Pero sólo los ancestros indígenas y los próceres nos unifican. En ese sentido, a la luz del Che digamos, el Caudillo y sus secuaces, conscientes de sus muy ostensibles limitaciones, se tragaron la lengua y entraron por el aro del realismo geopolítico. Quién quita que no haya sido una trampa muy astuta del Imperio esta pierna rota del ímpetu transformador.
Algunos quieren sumarle a estos factores el pago adicional que le costó el round al país, haciendo malos negocios en caliente y en cadena con los pesos pesados del continente: aviones, casas, todo tipo de alimentos, asesorías técnicas...Siempre bajo el signo de que ellos venden, siembran nuestro petróleo y nosotros compramos.
También es verdad, para anotar en rojo del libro de lo sucedido en esos días lluviosos, en un cuartel (¡) y en una Caracas con afeites de dama muy maltrecha.
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