Sin darnos cuenta una ruinosa realidad se convirtió en la aplastante normalidad
ELIDES J. ROJAS L. | EL UNIVERSAL
Frase inmortalizada por José Vicente Rangel y utilizada como bandera cada vez que el país atravesaba una coyuntura difícil. No importa de qué se tratara. Podía ser un paro nacional, el deslave de Vargas, los militares tirados en el piso de plaza Francia o plaza Altamira, el carmonato instantáneo o un comidero podrido en miles de contenedores. No importa. Esa frase lapidaria mataba todo: todo está excesivamente normal.
Pero de un tiempo para acá ni hay una coyuntura especial de desastre ni ha aparecido más la famosa frase. Sencillamente todo el país es un desastre. Todo es un desastre diario y cotidiano. La vida de los venezolanos en general se ha convertido en una enorme calamidad. Aplastante realidad.
Por ejemplo, terminado el Mundial dieron a conocer algunas cifras que dejan al Gobierno en el lugar que le corresponde ahora mismo en el concierto nacional e internacional, haciendo el ridículo. Más de 200 mil colombianos se desplazaron desde su país hasta alguna ciudad de Brasil para acompañar a su selección. ¿Y qué tiene eso de raro? Nada. Simplemente que revela que ese sí es un país donde las cosas están excesivamente normales. La cosa funciona así. Es una nación con crecimiento económico sostenido en la que antes la gente huía desesperada, pero ahora más bien recibe personas que huyen de otros países, Venezuela por nombrar la más obvia. Un colombiano diría. Tengo el recurso y eso es suficiente. Lo demás es pedir el permiso en el trabajo si fuera el caso, ir al banco a comprar las divisas, ir a la agencia de viajes a comprar los boletos aéreos, buscar el pasaporte, hacer maletas, agarrar las tarjetas de crédito y al aeropuerto. Una cosa real y excesivamente normal.
¿Cómo haría un venezolano para ir al Mundial con o sin Vinotinto? Veamos cuál es la situación excesivamente normal que toca atravesar. Lo primero y muy importante es que lo más seguro es que no tenga los recursos suficientes para viajar. No obstante, asumiendo que sí, no podrá comprar pasaje en ninguna línea aérea en bolívares: no hay, simplemente no hay. No podrá comprar divisas en ningún banco de manera libre, pues, ya se sabe, el control de cambio lo impide y no hay. No tendrá tiempo para lograr que el Cencoex (antes Cadivi) le autorice el uso de sus tarjetas de crédito en el exterior, así que no hay tampoco. Y ni se lleve las tarjetas, no sirven, no las aceptarán. Y mucho menos piense que si lleva una paca de bolívares estará resuelto. Pues no. Esos papeles no los aceptan más allá de Cúcuta. Salvo que usted sea rico y tenga poderosa cuenta en el extranjero no podrá pagar con tarjeta algún hotel decente. No podrá ir. Así de sencillo.
Como se ve, todo está excesivamente normal. Muy normal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario