Por: VenEconomía
No halla Nicolás Maduro qué activo del Estado vender para que entre en las arcas más dinero para sus ingentes gastos, ante el hecho inapelable de que el país se quedó seco de divisas.
Hasta hace unos días, era casi una certeza que PDVSA iba a vender todas, o algunas de las refinerías de CITGO que la estatal posee en EE.UU.
Una noticia que llevó a que diferentes analistas advirtieran que si se daba esa venta, se condenaría a PDVSA a ver caer su rentabilidad durante muchas décadas.
Indicaban, además, que el beneficio de esa venta sería irrisorio, ya que Venezuela apenas podría obtener con esa eventual venta entre $7 a $8 millardos; es decir, el equivalente a tan solo dos o tres semanas de gasto fiscal, en momentos cuando existen otras alternativas para aumentar los ingresos fiscales, tales como, la unificación cambiaria o el aumento del precio de la gasolina. Con el agravante de que con tal venta el Estado se desprendería de importantes activos que garantizan mercado al crudo pesado y de baja calidad venezolano corto, mediano y largo plazo.
En otros razonamientos que indicaban lo contraproducente que es vender CITGO se advertía que, si bien es cierto que la venta de esas refinerías (las cuales tienen una capacidad de procesamiento de 749.000 b/d de crudos venezolanos) no haría una gran diferencia para PDVSA ni en el muy corto ni el mediano plazo, el resultado de la venta sí representaría un desastre en el largo plazo pues el crudo canadiense (y mexicano) más barato terminaría desplazando al venezolano.
Pues bien, ya parece que estos analistas podrán respirar tranquilos: CITGO no se venderá, al menos no por ahora, según informó Maduro al llegar al imperio para asistir a la Asamblea General de la ONU la semana pasada.
El inconsistente mandatario afirmó en ese momento que, por el contrario, PDVSA invertiría para fortalecer las instalaciones y seguir suministrando a alrededor de 150.000 familias del condado del Bronx en Nueva York aceite de calefacción barato (subsidiado). Cabe señalar, que este razonamiento también levantó una polvareda en la opinión pública del país, pues la población no solo está agobiada por todo tipo de carencias, sino porque en estos momentos existe una escasez generalizada de los más elementales medicamentos, entre ellos el acetominofen, el único paliativo para contrarrestar los síntomas febriles y los fuertes dolores musculares que ocasionan el chikungunya y dengue, epidemias virales que están en pleno desarrollo en todo el territorio nacional.
A nadie convence que la razón para este aparente recule en la venta de CITGO haya sido realmente por el “altruismo” del gobierno venezolano. Los verdaderos motivos más bien parecer ser (1) que no se presentaron compradores interesados en pagar el precio que pretendía Venezuela (más de $10 millardos) o (2) que un Tribunal de Estados Unidos habría decretado una prohibición de enajenar y gravar bienes del Estado venezolano en ese país.
Esto así, porque Maduro no ha desistido en hacerse de divisas adicionales a costa de activos de la nación y ahora se rumora que piensa vender la participación (29.000 b/d) de PDVSA en las refinerías Nynas (Suecia y el Reino Unido), que a pesar de ser mínimas comparadas con CITGO, le garantizan a PDVSA la colocación de 29.000 b/d en épocas de sobreoferta.
Lo cierto es que todas las refinerías que PDVSA tiene en el extranjero, son cruciales para la supervivencia de la estatal petrolera en el corto, mediano y largo plazo, pues sin ellas el mercado para los crudos venezolanos se vería fuertemente reducido en el mejor de los momentos y serían eliminado en épocas de oferta excesiva como la que se está viendo ahora en todo el mundo.
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