Desde hace meses, por no decir años, los diferentes gremios de la salud viene advirtiendo sobre las erradas políticas (o falta de políticas) que han causado un grave deterioro en el sector y, por ende, en el estado de salud del venezolano.
Sin embargo, el gobierno de la revolución ha hecho siempre oídos sordos a toda crítica, denuncia y advertencia de los expertos en el área, y ha seguido en sus trece de imponer un sistema de salud socialista, comandado por cubanos y hundido en la ineficiencia, ineficacia y corrupción.
Así que no fue nada extraño, que el reciente llamado a que se decretara la emergencia sanitaria, en la salud pública y hospitalaria, realizado por la Red de Sociedades Científicas y Médicas de Venezuela cayera también en un muro de silencio gubernamental, aun cuando los argumentos de la red fueran tan contundentes, como por ejemplo, la falta de 35.000 rubros farmacológicos, entre material de laboratorio, médico-quirúrgico y medicamentos que impiden el diagnóstico y tratamiento en más de 20 especialidades.
Igual actitud de negación de la realidad, fue asumida por el gobierno ante el alerta de un despunte de enfermedades febriles y virales, entre las que destacan el dengue, el chikungunya y alguna otra que aún no ha sido totalmente identificada, pero que viene reportando bajas en la población.
Por el contrario, frente a ese preocupante problema de salud pública, el gobierno le dio prioridad al abordaje político y no al epidemiológico, ya que en vez de buscar el concurso y opinión de los gremios médicos para identificar el origen, tratamiento y control del brote de fiebre y hemorragias, anunció la apertura de una investigación sobre un presunto “plan terrorista” que decretó una guerra bacteriológica y sicológica en contra el sector salud, emprendió la persecución judicial contra los denunciantes y amenazó a los medios que informarán sobre el tema.
En su negativa, Nicolás Maduro, apenas reconoce una incidencia de menos de 700 casos de esta virosis, incluso contradiciendo la versión oficial de la Ministra de Salud, Nancy Pérez, quien declaró que se han diagnosticado 2.000 casos de chikungunya en el país, aclarando que “la expansión epidemiológica permite pensar que en realidad son muchos más, considerando el nexo epidemiológico y la sintomatología”. Incluso, Maduro y sus congéneres en el área de salud niegan la escasez en el mercado de acetaminofen, el medicamento que sirve para paliar los síntomas de estas virosis.
Mientras que, irresponsablemente, las previsiones oficiales indican que sólo 692 centros atenderán los casos de chikungunya y dengue en el país, una cifra que se percibe paupérrima, considerando que según un grupo de infectólogos reunidos este lunes en un foro en la Facultad de Medicina de la UCV, la tasa de incidencia de la chikungunya es del 70%, lo que significa que hasta 20 millones de residentes en Venezuela podrían sufrir de ella en lo que es claramente una endemia.
Ahora, en una reacción muy tardía, cuando el vector que transmite el virus se ha hecho dueño de cuanto receptáculo para multiplicarse encuentra, este domingo 28 de septiembre, con más de tres meses de retraso, el Ministerio de Salud presentó un Plan Nacional en la lucha contra el chikungunya y el dengue, para exterminar los criaderos de mosquitos, que se extenderá hasta el 26 de octubre.
¡Tarde y poco pió este pajarito!
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