FOTO: RENIER OTTO
Un viajero recién llegado se dirige hacia un cajero del Banco de Venezuela en busca de efectivo. Para su sorpresa y su contrariedad a esa hora de la noche una larga cola está plantada frente al dispensador automático
Lugar: Aeropuerto Internacional de Maiquetía. Fecha: Viernes 7 de octubre. Hora: 11 de la noche.
Un viajero recién llegado se dirige hacia un cajero del Banco de Venezuela en busca de efectivo. Para su sorpresa y su contrariedad a esa hora de la noche una larga cola está plantada frente al dispensador automático. Pero no le queda más remedio que meterse en la interminable hilera. Dos cosas le llaman la atención: el gozo desbordante de sus compañeros de cola y el inconfundible acento caribeño, ¡oye tú!, de allá donde la felicidad es un océano. Trata de confirmarlo y usa como pretexto preguntarle a quien tiene delante si el cajero tiene efectivo. Y la respuesta: “Óyeme, yo creo que sí, mi sangre, pero para serte franco estamos llegando y primero tenemos que habilitar la tarjeta”. Así es como vale la pena viajar a un país extranjero, donde lo reciban a uno con billete contante y sonante apenas pongamos pie en tierra sin una gota de sudor a cambio. No recordamos que la AN haya aprobado la Misión Golilla, esa donde le entregamos a Cuba el medio y las dos orillas. Pero quién sabe.
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