Por: Fernando Rodríguez/TalCual
Este gobierno, y el anterior, padre e hijo, han anunciado al país cualquier cantidad de magnicidios, invasiones en curso, planes golpistas, desestabilizaciones, complicidades de la oposición con potencias extranjeras y muchas otras apocalípticas situaciones.
Algunos otros corifeos suman sus voces a esa ópera paranoica. Por ejemplo, y en lugar preeminente, el honesto y veraz periodista José Vicente Rangel que casi todos los domingos nos ofrece una espeluznante y novedosa amenaza, la salud republicana a merced de poderosos malvados que la asedian.
Sin duda su guión más osado ha sido el de la flota de aviones comprada por sectores opositores y variopintos agentes internacionales. Tampoco está mal el muy reciente sobre Leopoldo López en un campo de entrenamiento guerrillero en Miami donde fraternizó públicamente con radicales venezolanos armados. Por supuesto hay muchos otros que ponen lo suyo, pero baste señalar, verbigracia, al ministro Rodríguez Torres que también es aficionado al cuento.
El 99,9% de estas truculencias son falsas, maneras de lograr ciertos objetivos políticos como desacreditar a los opositores (hasta hacerlos traidores a la patria), atemorizar en ocasiones, excusa para reprimir, tapar alguno de los inagotables desaguisados gubernamentales, polarizar sobre todo en épocas electorales, victimizar y glorificar al cacique, etc.
La más irrefutable prueba de ello es que desaparecen en el aire en pocos días, no tienen ninguna secuela, no generan procesos ni detenidos visibles y suelen ser remplazados rápidamente por otro apocalíptico suceso. O no es menos probatorio el hecho de que ya nadie toma en serio esas denuncias, ni toma medidas para enfrentarlas o resguardarse, ni siquiera son objeto de conversación en horas de tragos y de chismes.
Pero la última fue muy fea, la de Alejandro Silva, coordinador de giras de Henrique Capriles. El presidente Maduro había declarado el viernes, el día antes de la marcha opositora, que “dos operadores de estos grupos (PJ y VP), fueron detectados en un lugar buscando motorizados para contratarlos, vestirlos de rojo y que atacaran mañana sábado alguna de las manifestaciones normales que habrá en el país, que han sido convocados por grupos de derecha para protestar contra la Habilitante y contra mi lucha contra la corrupción”. Lo primero por decir, es que al menos el Presidente, por nervioso que ande, no debería trabajar con infamias tan burdas, para eso están los segundones y tercerones, en aras de esa tan olvidada “majestad presidencial”.
Sin duda la elemental intencionalidad de esta patraña era asustar a algunos posibles manifestantes que dirían “mejor me quedo en casa, porque esos motorizados lo que son es rojitos”. Y para darle más realidad al asunto la madrugada de las concentraciones hacen preso a Silva sin tramitación judicial alguna (a lo gorila puro), lo tienen 16 horas detenido y lo mandan a su casa después de finalizada la protesta opositora. Detención a la que tampoco fue ajena una sampablera en las redes, unas palabras categóricas y desafiantes de Henrique, y la difusión internacional del atropello.
Liberado, entonces, después que el señor Presidente lo acusara categóricamente de una acción delictiva de mucha monta.
Una mentirilla más, y a otra cosa caballeros, hasta el próximo estreno.
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