Xabier Coscojuela/TalCual
E l pasado viernes, el presidente Nicolás Maduro dio una nueva demostración de que no está a la altura del cargo para el cual fue elegido. Sus palabras en el Cementerio General del Sur, durante el entierro del diputado Robert Serra y de María Herrera, lo confirman. En un momento tan grave como el que está viviendo el país, un jefe del Estado no puede incitar a la violencia como lo hizo Maduro en el referido discurso.
Acusar a la oposición de tener responsabilidad en los asesinatos de Serra y Herrera, sin contar con ninguna prueba de ello, es de una irresponsabilidad pocas veces vista en un Presidente. Cuando las investigaciones apenas se inician, cuando existen grandes posibilidades de que los autores de este repudiable e inaceptable hecho sean delincuentes, están totalmente fuera de lugar las afirmaciones hechas por el Jefe de Estado. Quieren repetir el libreto aplicado cuando fue asesinado el teniente Eliécer Otaiza.
En aquella oportunidad también acusaron a la oposición, pero la realidad los desmintió.
Repetir lo que supuestamente le dijeron algunos de sus seguidoras “Hasta cuándo, Maduro, nos vamos a dejar matar. Hasta cuándo van a caer solo los revolucionarios. Fíjense ustedes como lo preguntan. Muy delicado”, es grave.
Esas palabras solo pueden alentar a que algunos se tomen la justicia por sus manos. Dijo, que el pueblo podría “explotar” y las consecuencias serían terribles. Pues sí, señor presidente, las consecuencias serían terribles y usted sería el principal responsable de ellas.
Un jefe de Estado responsable, en circunstancias como las actuales, piensa y medita muy bien lo que va a decir. Se fija en lograr las miras más altas, y no se deja arrastrar por intereses subalternos.
Decir que en la oposición no hay nadie con quien conversar y calificar a Chuo Torrealba como “basura”, solo tiene como objetivo incrementar la tensión política. El discurso del pasado viernes sirve para polarizar aún más el país, pero no sirve para resolver los graves problemas por los que atraviesan la mayoría de los venezolanos. No sirve para lograr una mejor Venezuela.
La actitud de Maduro contrasta con la que han asumido los dirigentes de la oposición, quienes condenaron los hechos, expresaron sus condolencias a los familiares y a los seguidores del proceso y suspendieron la marcha que estaba programada para el pasado sábado. Una demostración de sensatez y de buscar puntos de entendimiento. Condolencias rechazadas por cierto, en primer lugar, con su patanería característica por el capitán Cabello.
Hemos escuchado varias veces al presidente decir que él no se esperaba nunca ocupar el cargo que tiene. Las circunstancias lo obligaron, pero en sus manos está el cómo pasar a la historia. El camino lo tiene que elegir él, y por los momentos no está haciendo la mejor elección. En sus manos está, fundamentalmente, que las diferencias que existen se resuelvan de manera pacífica, democrática y constitucional.
Que sea la política la que las dirima.
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