El economista acaba de decir que la expropiación de las cementeras tuvo que hacerse porque la producción de ese insumo había caído. Después de la expropiación se ha producido una baja brutal en la producción de cemento
Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
Uno lee al economista Ricardo Sanguino, quien en la Asamblea Nacional es la voz económica del gobierno, y se pregunta si habla en serio o es un mamador de gallo.
Acaba de decir que la expropiación de las cementeras tuvo que hacerse porque la producción de ese insumo había caído. "La expropiación es una forma de garantizar los recursos, como en el caso del cemento", fueron sus palabras. Pero los hechos van por un lado distinto al que Sanguino ve... o se hace el que ve.
Antes de la expropiación de Cemex, Holcim y Lafarge no había escasez de cemento en Venezuela. Toda la demanda era satisfecha por las tres cementeras.
Después de la expropiación se ha producido una baja brutal en la producción de cemento y, de hecho, la escasez de cemento, sumada a la de cabillas, es uno de los cuellos de botella que ha estrangulado la industria de la construcción.
Además, la "eficiente" gerencia "revolucionaria" está convirtiendo en chatarra a las empresas productoras de cemento.
Son sus propios trabajadores quienes hacen la denuncia. Aunque Sanguino no se refirió a las cabillas, seguramente también sería capaz de decir, con cara de palo y sin sonreír, que Sidor fue estatizada para hacer frente a la baja en la producción de acero y cabillas.
La verdad es que después de su estatización, la siderúrgica sufrió un descenso en su producción de 4,2 millones de toneladas de acero a 1,8 y ahora, para atender a sus clientes, debe importar cabillas, al igual que se está importando aluminio para satisfacer la demanda de nuestros compradores tradicionales.
Se me acaba el espacio y por eso no puedo comentar la cómica afirmación de Sanguino sobre los recursos petroleros que van al Fonden "para financiar grandes proyectos". No le conocía esa vocación de cuentista.
Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
Uno lee al economista Ricardo Sanguino, quien en la Asamblea Nacional es la voz económica del gobierno, y se pregunta si habla en serio o es un mamador de gallo.
Acaba de decir que la expropiación de las cementeras tuvo que hacerse porque la producción de ese insumo había caído. "La expropiación es una forma de garantizar los recursos, como en el caso del cemento", fueron sus palabras. Pero los hechos van por un lado distinto al que Sanguino ve... o se hace el que ve.
Antes de la expropiación de Cemex, Holcim y Lafarge no había escasez de cemento en Venezuela. Toda la demanda era satisfecha por las tres cementeras.
Después de la expropiación se ha producido una baja brutal en la producción de cemento y, de hecho, la escasez de cemento, sumada a la de cabillas, es uno de los cuellos de botella que ha estrangulado la industria de la construcción.
Además, la "eficiente" gerencia "revolucionaria" está convirtiendo en chatarra a las empresas productoras de cemento.
Son sus propios trabajadores quienes hacen la denuncia. Aunque Sanguino no se refirió a las cabillas, seguramente también sería capaz de decir, con cara de palo y sin sonreír, que Sidor fue estatizada para hacer frente a la baja en la producción de acero y cabillas.
La verdad es que después de su estatización, la siderúrgica sufrió un descenso en su producción de 4,2 millones de toneladas de acero a 1,8 y ahora, para atender a sus clientes, debe importar cabillas, al igual que se está importando aluminio para satisfacer la demanda de nuestros compradores tradicionales.
Se me acaba el espacio y por eso no puedo comentar la cómica afirmación de Sanguino sobre los recursos petroleros que van al Fonden "para financiar grandes proyectos". No le conocía esa vocación de cuentista.
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