Por: Fernando Rodríguez/TalCualDigital
Como el personaje de Moliere que escribía en prosa sin saber que era prosa, a nosotros nos ha pasado algo similar con ese fenómeno global que se llaman los indignados. Creemos que eso nos generaba complejos y tristezas por no estar a la moda planetaria, carentes de tan llamativa novedad.
Porque, incluso, se contaba que en el caso de España, cuna del apelativo, el asunto tenía mucho de jolgorio, incluso que se cachondeaba a diestra y siniestra en los prolongados campamentos (amaos los unos sobre los otros, se decía en el París del mayo del 68).
La primavera árabe, los israelitas, brotes en toda Europa, los prósperos chilenos y la mismísima China, aunque limitadamente, eran presas del amorfo movimiento que se expandía con la instantaneidad del twiter y llegó el fin de semana a intentar la primera gran manifestación realmente universal, 80 países en todos los continentes, con imprecisables resultados.
Los nuevos ricos chinos, ingratos hasta más no poder, parece que ahora quieren además de las vertiginosas torres de Shangai, los automóviles de lujo, una economía subcampeona del mundo, las minifaldas y los McDonald ´s, quitarle el poder político a sus benefactores comunistas. Basten estos ejemplos harto contradictorios para que se perciba lo peculiar del embrollo. Y no hablemos de los árabes que están haciendo su revolución francesa y saliendo de sus déspotas.
Y aquí no pasaba nada, pueblerinos y militaristas. Pero he ahí el error, el espejismo, el complejo del subdesarrollado. El Observatorio de Conflictividad Social acaba de hacer público que en lo que va de año hemos tenido más de 4.000 manifestaciones de calle. En el mes de septiembre casi quinientas. Sobre todo obreras( 38%), Bolívar y Caracas a la cabeza, contra la inseguridad aterradora y los atropellos legales y carcelarios (25%), por las viviendas invisibles del gobierno (32%), ...Lo cual implica centenares de miles de ciudadanos tan indignados que se lanzan a la intemperie. Un dato interesante es que después de la fundación del Ministerio de Servicios Penitenciarios, apenas ayer, se han producido 40 eventos violentos, 14 huelgas, 30 muertos y 60 heridos, un estupendo average para la Fosforito.
Que nuestros arrechos no se juntan y hacen legión, que no atinan con las causas reales de sus penurias y sus temores, bueno, eso los identifica más con el curioso fenómeno global, que aquí parece venir directamente de los estómagos, las lluvias, los apagones, el desempleo, los asesinatos en cada esquina y otro inacabable rosarios de pesares y no de las ideas y los diseños de futuros que cantan. Pero nuestros iracundos abundan, desde hace muchos años. Lo que nos preguntamos algunos es qué tal si se unieran, que cayeran en cuenta que la peste es una y que no se cura sectorialmente.
Si eso pasara sería algo así como si la Mesa de la Unidad se instalara en plena calle. Quién quita.
Pero aparte del uso de las ahora famosas redes sociales que, al parecer, han resultado cañones de grueso calibre político eso que llaman ideología parecía muy brumoso.
En España los muy tenaces ciudadanos furibundos terminaron, a los pocos días de su emergencia, votando por el muy derechista Partido Popular, asegurándole al caradura de Rajoy la silla de Zapatero. Por el contrario en EEUU los dinosaurios hidrofóbicos del Tea party aseguran que el movimiento contra Wall Street y los millonarios no es sino una jugada electoral de Obama y sus liberales izquierdosos y no otra cosa se podía esperar de un sujeto negro y comunista
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