RAFAEL TEJERA /Meridiano
La lesión de Josh Kroeger, a principios de julio, fue un mal augurio para Caracas. El Jugador Más Valioso de la temporada pasada se lastimó la rodilla derecha en Estados Unidos, mientras celebraba un triunfo de los Zephyrs de Nueva Orleans. Y marcó el inicio de un viacrucis que terminó el jueves de la peor manera posible: con la eliminación a manos de sus archirrivales, Navegantes del Magallanes.
¿Qué llevó a Leones a quedar fuera de la eliminación? ¿Cómo fue que un equipo que ganó 118 juegos en los últimos tres años, y que en cada uno de ellos fue líder o colíder de la tabla, acabó de tal manera? Existen tantas respuestas, que la mejor es, quizás, la que dio el presidente del equipo, Luis Ávila, a mediados de la temporada, cuando dijo que había sido una tormenta perfecta.
“Es temprano aún para enumerar todos los factores detrás del problema”, dijo el ejecutivo por medio de un correo electrónico. “Pero un fracaso no puede tener balance positivo. Y los resultados no son otra cosa que eso: un fracaso”.
Caracas inició, antes de esta temporada, un proceso de reconstrucción de la novena. Carlos Maldonado, José Castillo, Jackson Melián y Gustavo Chacín, cuatro jugadores que fueron importantes en la conquista del último título de la franquicia (en la 09-10), salieron del equipo. La responsabilidad quedó, entonces, en manos de jóvenes. Y eso no sería un tema de conversación de no ser porque las lesiones hicieron que recayera sobre ellos una responsabilidad que jamás habían tenido.
La primera medida forzada por esas circunstancias fue la utilización de Ramón Cabrera como el receptor titular, debido a la tardía incorporación de José Lobatón y la posterior fractura de Jesús Sucre, quien debía ser el segundo catcher. La posición más importante quedó en manos de Ramón Cabrera, un prospecto que, si bien venía de ser campeón bate en Estados Unidos, no ha jugado más arriba de clase A fuerte.
Las lesiones siguieron minando al equipo, y obligaron, en ocasiones, a sobreusar el bullpen. Esa crisis se combinó con una inesperada escasez ofensiva que forzó el despido del coach de bateo, Brian McCarn, e hizo que los aficionados echaran de menos a Castillo, Melián y Maldonado, a pesar de que ese trío tuvo una de sus peores temporadas en la LVBP.
“La ofensiva fue el factor determinante en los resultados”, analizó el manager Rick Sweet. “Porque no es fácil ser pitcher cuando tu margen de error es mínimo”.
Sweet asumió las riendas del equipo cuando la situación era insostenible. Tim Teufel había tenido que lidiar con todas las vicisitudes que hicieron que Ávila hablara de una tormenta perfecta. Y los jugadores, además, estaban descontentos con la manera de dirigir del ex infielder de los Mets.
El nuevo estratega calmó la cueva, pero la ofensiva nunca se recuperó del todo. Parte de la culpa estuvo en la ausencia de un legítimo primer bate, porque la lesión de Jarrod Dyson obligó a Teufel a experimentar en esa posición; y Corey Wimberly, la opción que consiguió la gerencia, no bateó.
Además, los rivales aprovecharon la ausencia de protección de Jesús Guzmán en el lineup para lanzarle mal, al punto de que superó su tope personal de boletos. Y sin sus batazos, la crisis se recrudeció.
La seguidilla de seis victorias a mediados de diciembre les dio un envión anímico que no habían tenido antes, pero no fue suficiente. Esta versión de Leones, sin ofensiva, fue muy vulnerable. Porque incluso una desventaja mínima lucía enorme.
No importa que tengas el mejor bullpen de la liga, una etiqueta que les fue impuesta antes de que comenzara la temporada, por la presencia de piezas de la talla de Franklin Morales, Henry Rodríguez y Edgmer Escalona. Los grandeligas no son infalibles. Y con ventajas tan cortas debido a una sequía ofensiva, la posibilidad de perder siempre fue alta.
“Estamos decepcionados”, lamentó Rick Sweet, que durante su gestión dirigió al equipo para que tuviera récord de 16-17. “Hoy hablamos de eso, con Ives (Hernández, gerente general) y los demás técnicos. Pero más que nada hablamos del futuro de la organización y de lo que hay que hacer para evitar esto el próximo año. Porque tenemos jugadores para evitar que esto vuelva a suceder”.
Rick Sweet habló una y otra vez de la próxima temporada. Ayer sostuvo una reunión con el alto mando del equipo para discutir cuáles deben ser las mejoras para la próxima temporada. “Porque creo que este equipo no necesita una reconstrucción total para ser campeón”, dijo el estratega. “Con unos cambios mínimos estaremos listos”.
El manager dijo que, tras la conversación, llegaron a la conclusión de que el equipo necesita un jardinero con experiencia en la liga; un receptor, también veterano, que facilite el proceso de transición, porque el equipo tiene varios prospectos en la receptoría; y, definitivamente, más velocidad.
“Nosotros tenemos jugadores jóvenes como Daniel Mayora, Carlos Rivero y Jesús Aguilar, pero nos hizo falta poder”, analizó el timonel. “Porque Jesús Guzmán terminó bien la temporada, pero él no es un jonronero nato. Y ésa es una de nuestras carencias”.
Sweet reiteró su deseo de venir a dirigir al Caracas la próxima temporada, pero la gerencia todavía no ha tomado una decisión al respecto. “Él es una posibilidad, pero no confirmaremos si regresará o no de inmediato”, dijo el presidente del equipo, Luis Ávila.
“Un fracaso no puede tener balance positivo. Y los resultados no son otra cosa que eso: un fracaso”
LUIS ÁVILA
PRESIDENTE DE LEONES DEL CARACAS
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