Para el periodista Damián Prat (autor del libro Guayana: el milagro al revés) si habría que sentar al Gobierno en el banquillo por crimen contra la nación la prueba más contundentes sería lo que queda hoy de las empresas básicas de minería en el estado Bolívar.
ELIZABETH ARAUJO/ FOTO SAÚL UZCÁTEGUI/TalCualDigital
Nacido caraqueño pero guayanés por adopción, el periodista Damián Prat (autor de la columna “Publico & Confidencial” en Correo del Caroní y corresponsal de TalCual) considera que si hubiese que sentar al Gobierno en el banquillo por crimen contra la nación la prueba más contundentes sería lo que queda hoy de las empresas básicas de minería en el estado Bolívar.
Para convencerse de ello escribió Guayana: el milagro al revés, libro donde expone al desnudo el fin de la soberanía productiva, de la que tanto alude la propaganda electoral del Gobierno.
Asegura que la influencia de Chávez en los trabajadores de Sidor dejó de ser un mito, y asegura que la suma de la corrupción de todos los gobiernos anteriores “es un niño de pecho” frente a los desastres y la inmoralidad de la gestión bolivariana
–El título de su libro alude a Guayana como un milagro al revés ¿acaso no ha sido esa región víctima de todos los gobiernos, incluyendo éste?
–Cuando llegué a Guayana, era opositor a los gobiernos de la cuarta república y mis críticas fueron contundentes por ser justas. Ahora, si las comparas con el desastre de hoy terminas por reírte de esas columnas. Aquellos gobiernos eran niños de pecho en comparación con todo este desastre bolivariano. Cuando llegué Guayana, hace 36 años, se estaba construyendo el Plan V de Sidor, Venalum Interalúmina (hoy Baxilum-planta) y Guri 2. La idea era convertirlo en un gran emporio industrial. Desde hace 50 años en Venezuela todos los edificios, casas, ventanales, etc, han sido construidos con cabillas de Sidor, Sivensa o Sidetur. Toda estructura que llevara cabillas venía de allá. Cualquier ventana tiene un chorro de agua del Caroní, porque seguro tienen marco de aluminio. La electricidad sale del Caroni. Guayana tiene la posibilidad de generar energía del Caroní. Produce 60-70% de la energía que se consume en el país. El aporte de ese emporio industrial es enorme. Tanto así que hasta barriles de petróleo hubiésemos podido ahorrar, porque se trata de energía limpia, barata y no contaminante. Ese proyecto industrial, visto en la perspectiva de esos 50 años, arroja un balance positivo. No significa que esos gobiernos fueron una maravilla. No. Tenían defectos y hubo hechos de corrupción. Pero quienes crearon Sidor asumieron que la empresa tenía el mérito fundamental de protagonizar el desarrollo clave para Venezuela. Era un plan para 8 o más gobiernos y lo hicieron. Ciudad Guayana es la única ciudad planificada de Venezuela. Hasta que llegó Chávez y destruyó ese emporio industrial. Chávez ha podido decir: tenemos esto y hay estos vicios, vamos a combatirlos. Pero no fue así. Chávez ha hecho de Guayana su mayor obra destructiva.
–¿Cómo desarrolla usted sus investigaciones periodísticas, asumiendo que no oculta su posición política?
–Yo no oculto mi afinidad política, es verdad. Pero lo que es cierto, es que no informo de cualquier cosa. A mí me informan diariamente o me llegan datos de cualquier filial de Sidor, y aunque sean documentos fieles, los investigo a fondo. Llamo a amigos, gente que sabe del tema, les pregunto de todo; porque no soy abogado y ese terreno es árido. Mi trabajo es escribir sobre el tema. Muchos de los que me informan están dentro de las empresas. Y los informes son evaluados por varios especialistas, antes de ser publicados. Porque hago mi labor con responsabilidad. Hay datos que paso horas leyéndolos, chequeándolos con algunas fuentes oficiales. Muchos informes llegan por los caminos verdes, y siempre hago el contraste con varias fuentes. Mi obsesión es contrastar, confirmar los datos, que alguien pueda traducirme alguna información que me llega y que no estoy seguro que lo estoy evaluando es lo cierto. Porque mi principio es no mentir. Todo lo que informo es la realidad. Es dura y fuerte, pero es nuestra realidad.
–¿Se puede hacer buen periodismo en Guayana, digamos en el sentido de los límites y riesgos que acarrea el ejercicio de la libertad de expresión en el país, y que en esa región parece ser muy peligrosa?
–Se hace, pero no es fácil. De hecho tú ves que lamentablemente algunos medios son acomodaticios o se autocensuran. Pero, a pesar de eso, hay gente que hace lo imposible para conseguir la información veraz. Porque lo contrario es el cerco con los periódicos que defienden la democracia, como Correo del Caroní, en cuyas páginas el Gobierno no coloca siquiera un obituario, en su intención de aniquilarlo.
–En su caso ¿ha recibido amenazas por las denuncias?
–He recibido desde advertencias hasta amenazas. Han tratado de ponerme peines con informaciones falsas, pero tengo la manía de comprobar todo antes de publicarlo. Por ejemplo, cuando vendieron Ferrominera a los chinos, eso fue una pérdida patrimonial para Venezuela de 800 millones de dólares. Esa información la encontré en los periódicos de China, porque aquí no sacan nada, no hay registros, ni informes. Y fue así como descubrí que las pérdidas para la nación son milmillonarias.
–¿No ha sido Guayana una suerte de mito inventado por los conquistadores españoles con eso de El Dorado y que los venezolanos revivimos una y otra vez?
–No. Guayana no es un mito. Es un potencial hidroeléctrico y mineral. Construir Sidor en ese peladero de chivo hace 50 años fue una gran hazaña. La industria de aluminio es un activo, más el oro que sigue siendo importante. Minerven tiene capacidad de producir 8 mil toneladas anuales de oro. ¿Cuánto produce ahora, según datos de 2011? 1.800 toneladas. El 20%. La nación ha perdido 450 millones de dólares. Ha dejado de ingresar ese dinero. Y mucho del dinero que entra se va en corrupción.
–¿Coincide con quienes afirman que bajo la época de Leopoldo Sucre Figarella hubo también sus episodios de derroche y corrupción, y que la corta memoria del venezolano, parece haber disipado?
–Claro que hubo corrupción, y yo la denuncié. Pero te digo: esa época era Alicia en el país de las maravillas en comparación con este gobierno. Había muchas cosas criticables, pero no se le pueden negar a ellos que en esa época se crearon empresas. El punto de hoy es que si lo comparas con este gobierno, lo de Sucre Figarella es mas lo positivo que lo negativo. Chávez aquí no ha construido nada. Todo lo ha destruido. A mí, por ejemplo, no se me olvida el 14 de diciembre de 2000 cuando Chávez dijo “La CVG en estos 40 años fracasó, tanto como la era puntofijista. Aquí no se hizo nada. Fueron 40 años perdidos”. Tamaña mentira se convertiría luego en una descripción del fracaso de su propio gobierno.
–¿Cómo explica que Chávez ejerza todavía una notable influencia en los trabajadores de las empresas básicas?
–Yo diría que ya esa influencia no es tal. Ha bajado y sigue bajando. Mira el resultado del 2006: 21%; y en 2010: 2%. En las últimas elecciones Chávez ganó con 20% de ventaja y en 2010 perdió; y ahora sigue bajando. De hecho una gran cantidad de trabajadores chavistas ahora están con Capriles. Eso tiene una explicación: en los 36 años que llevo en Guayana he visto muchos atropellos laborales de todos los gobiernos, pero nunca he visto una actitud tan marcadamente antiobrera como la de este Gobierno. ¿Cómo se puede meter en la cárcel por 17 meses a un trabajador por demandar justas reivindicaciones? Los contratos colectivos casi no se discuten. Han pasado 2 o 5 años vencidos. Venalum tiene 5 años sin contrato colectivo. Es demostración de violación de derechos humanos lo hace el gobierno de Chávez. Por eso lo de la influencia del gobierno sobre los trabajadores es un mito.
–¿Por qué alguien como Francisco Rangel Gómez, cuyo salto de talanquera se hizo célebre el 11 de abril, siga siendo la persona de mayor confianza del presidente Chávez?
–Eso es un misterio. Se lo he preguntado a toda la gente de Guayana y nadie me ha dado una respuesta. No lo sé. Nunca he hallado una explicación. Pero lo que sí se sabe es que dentro del PSUV tiene una oposición acérrima. Publican documentos, entrevistas y exhiben pruebas contra él, pero Chávez no dice ni pío. El tiempo nos dirá que fue lo que pasó en esa relación.
–¿Cuáles cree deberían ser las prioridades de un nuevo gobierno para sacar a las empresas básicas de la crítica situación actual?
–En el libro, yo lo explico en un capítulo llamado “Líneas estratégicas para un nuevo Plan de Guayana y para un nuevo Gobierno”. En esencia, propongo no volver al pasado. Aun cuando hay que saber diferenciar las cosas buenas y malas del pasado. Hay que hacer un nuevo plan para Guayana. Así como en los sesenta inventaron todo un plan con virtudes y defectos pero que se cumplió, así pienso debe hacer el nuevo gobierno: Pero, ojo, debe cumplirlo.
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