lunes, 24 de septiembre de 2012

El hundimiento

Frente a un país caótico y a la deriva por el fracaso del mamotreto chavista, Capriles, junto a las organizaciones que hacen vida en la Mesa de la Unidad, comprendieron que era preciso y necesario soñar un futuro

ALIDHA ÁVILA/TalCualDigital
El mamotreto chavista, esa cosa enorme, irregular y deforme, mendaz y ruin, se hunde inexorablemente en el pantano de su propia miseria. El Saliente luce errático, reactivo, nervioso, fuera de sus cabales.

La descomunal soberbia con la que, durante 14 años, pretendió encanallar la vida pública y minar el amor propio de los ciudadanos para convencernos de que él era irremplazable, sólo le sirve ya para proferir disparates delirantes o echar mano de sus más bajos instintos para desatar una guerra sucia, como sólo él y su corte de aduladores saben hacerlo, con el fin de detener la arrolladora esperanza e ilusión que Capriles viene despertando a lo largo y ancho del país.

Será inútil. Cuando los pueblos deciden mirar alto, nada ni nadie puede detenerlos. El apasionado llamado de Capriles, durante su largo y ejemplar recorrido por Venezuela, para que la política, que no es otra cosa que la gestión de la convivencia ciudadana, vuelva a tomar el mando, vuelva situarse en el timón de la sociedad, ha rendido sus frutos.

Frente a un país caótico y a la deriva por el estrepitoso fracaso del mamotreto chavista, Capriles, junto a las organizaciones que hacen vida en la Mesa de la Unidad, comprendieron que era preciso y necesario soñar un futuro, para cuyo diseño se dieron a la tarea de diagnosticar, de cara y con los ciudadanos, los ingentes problemas que acucian la vida económica, social y política del país. El programa de la Unidad es por ello la propuesta más ambiciosa de progreso que candidato alguno haya presentado al país desde que accedimos a la vida democrática y republicana.

El 7 de octubre los venezolanos tendremos la oportunidad de empuñar nuestra vida con audacia y decidir por nosotros mismos el futuro que queremos construir, sin sumisión a ningún Mesías, al margen de ideologías arcaicas, con la conciencia de que sin el esfuerzo de todos y cada uno de nosotros no será posible superar las taras colectivas que nos condujeron a este desastre.

A los empleados públicos y beneficiarios de las misiones sólo les pido que actúen de acuerdo a su conciencia. El voto es secreto. No permitan que les pisoteen su dignidad con amenazas de despido. Recuerden: los principios tienen sentido sólo cuando arriesgamos algo al ponerlos en práctica. El mamotreto se hunde, hagamos peso. Todos a votar el 7-O.

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