Una especie de ameba que destruye el cerebro y se transmite a través del agua mató a 10 personas este año en Karachi, en el sur de Pakistán. Las autoridades responsables del agua han aumentado la cantidad de cloro para la depuración y han advertido a la población que use agua esterilizada para ritos musulmanes
Las autoridades la ciudad paquistaní de Karachi, anunciaron este martes la investigación urgente después de una ameba «come-cerebros» (Naegleria Fowleri) que se encuentra en el agua, hubiera matado a 10 personas en los últimos cuatro meses.
Según Saghir Ahmed, Ministro de Salud de la provincia de Sindh, de la que Karachi es la capital, se está llevando a cabo una investigación en las plantas de agua potable, baños, piscinas y lugares de rezo de musulmanes.
«No hay ninguna razón para el pánico, y los ciudadanos deben mantener la calma y tomar precauciones. Se trata de un brote de transmisión hídrica, y se está investigando al máximo las causas de la erupción», añadió.
Esta ameba ha matado a 10 personas desde el mes de junio en la ciudad, dijo Shakeel Malik, y añadió que otros casos similares se dieron en el pasado, aunque no pudo aportar cifras.
La ameba «Naegleria fowleri» se desarrolla en aguas estancadas y humedales, y su propagación aumenta a medida que se incrementa la temperatura. Entra en el cuerpo a través de las membranas de la nariz y más tarde crece en el cerebro donde destruye las células
Las abluciones (acción de purificarse por medio del agua) antes de la oración, incluso la práctica de enjuagarse la nariz, son prácticas peligrosas para la propagación de esta ameba, por lo que Ahmed ha instado a la población a usar agua hervida en este contexto.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), que a su vez ha confirmado otros nueve casos de personas afectadas, además de otro sospechoso, ha señalado que las autoridades sanitarias deberían aumentar la concentración de cloro en estanques y estaciones de abastecimiento de agua.
Según el Ministerio de Salud, las muestras de casi un millar de pruebas en los últimos tres meses en los circuitos de abastecimiento de la ciudad han demostrado que el 22% de ellas no contienen cloro.
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