Por: VenEconomía
La semana pasada la prensa nacional y las redes sociales reportaron un acto de violencia inaceptable cometido por un grupo numeroso de motorizados en contra de una joven madre y su hija menor, en plena Avenida Libertador y en los alrededores de PDVSA, la estatal petrolera.
Las razones de lo que pudo despertar la ira de los motorizados no están claras; pero, en realidad cualquiera que haya sido el motivo nada justifica los destrozos que causaron al auto de la señora y, menos aun, el daño sicológico y terror que deben haber provocado en ella y en su menor hija.
Sobre estos hechos y otros actos de violencia y agresividad protagonizados por los ciudadanos que transitan por las vías y calles de Caracas caben algunos comentarios.
El primero, es que hoy se observa en el ánimo de los venezolanos, en general, la profundización de una ingente alteración, animadversión e intolerancia hacia el prójimo.
Ese estado de ánimo se percibe en las colas sin fin de todo centro de distribución de alimentos; en las abarrotadas salas de espera de los centros de salud, públicos o privados; en el congestionado metro o en todo transporte colectivo; en quienes atienden al público en las oficinas del Estado; en las calles, avenidas y autopistas. Es casi como si imperara la ley de la selva, es como si hubiese “un todos contra todos”.
A los analistas les surgen varias preguntas: ¿Es que acaso que el constante verbo agresivo, insultante y humillante que han exhibido los gobernantes en estos tres lustros ha infiltrado irremediablemente a la población? ¿Es ese llamado constante de los gobernantes de turno a sus partidarios a freír la cabeza a sus adversarios políticos, a estar alertas, a ponerse “rodilla en tierra” y en pie de guerra para defender una arcaica revolución lo que está haciendo que los venezolanos se vean unos a los otros, al vecino, al transeúnte, al público en general, como enemigo a doblegar y a reducir a “la nada”? ¿Es esta agresión generalizada consecuencia del crecimiento sin control de grupos de ataque, de colectivos, de misioneros al frente de la defensa del proyecto de Castro-Chávez y Maduro?
¿Es la impunidad, es la ausencia de gobierno para hacer cumplir las normas de convivencia ciudadana, como afirma el sociólogo y profesor de la UCAB, Luis Pedro España, lo que está originando estos focos de violencia? ¿Es a causa del hacinamiento, la crítica situación económica de millones de venezolanos o la sensación de que no hay salida a la precaria situación social de pobreza y hambre? o ¿es el cúmulo de estas y otras razones lo que está prendiendo una hoguera que peligrosamente puede salirse de control? Un gobierno que pregona la paz debería de reflexionar y abstenerse dea seguir promoviendo el odio y la violencia contra los que piensen diferente.
El segundo comentario, está relacionado específicamente a la problemática de la proliferación de motorizados en toda el Área Metropolitana de Caracas. Un problema que las autoridades ya catalogan de “salud pública”. Por una parte, porque las estadísticas hablan de un ingente crecimiento de víctimas fatales o incapacitadas, y daños a terceros, que dejan los diarios accidentes que involucran a motorizados. Por otra, por el caos vial que causa el incremento sin control de estos vehículos, que se han convertido en la única salida posible de traslado de jóvenes familias, por la carestía o costos impagables de los automóviles.
No es cuestión de estigmatizar, culpabilizar o generalizar una opinión contraria contra un grupo poblacional. La cuestión es poner orden en un caos que puede desbordarse, es hacer cumplir la Ley y es no seguir amparando vandalismos con impunidad.
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