Después de toda la faramalla que armó Chacumbele con su teoría del envenenamiento del Libertador por la oligarquía colombiana, no hemos vuelto a saber más nada del caso.
Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
Bueno, y a todas estas, ¿qué ha pasado con los restos de Bolívar? Después de toda la faramalla que armó Chacumbele con su teoría del envenenamiento del Libertador por la oligarquía colombiana, a lo cual dedicó una de sus largas exposiciones, y que lo llevó a ordenar la apertura del sarcófago del Padre de la Patria, en una ceremonia espectral, que él mismo narró en vivo y en directo, no hemos vuelto a saber más nada del caso.
¿Demoran tanto los análisis de ADN, demoran tanto los análisis en procura de los indicios del veneno que presuntamente fuera utilizado o es que, ahora que Santos ha pasado a ser el "nuevo mejor amigo" de Chacu, mejor es no menear el asunto del envenenamiento del Libertador por parte de los antepasados de Uribe? Porque eso era todo.
Profanar el sarcófago y armar todo ese barullo no era sino parte del pleito con el ex presidente colombiano. Por ahora, los restos de Bolívar quedan confiscados hasta nuevo aviso.
¿Dónde están? Vaya usted a saber. Si, Dios no lo quiera, se vuelven a encender las candelas de otro atajaperros con Colombia, se puede tener la certidumbre de que reaparecerán los sagrados huesos y volverán a tronar las acusaciones de envenenamiento.
Pero Chacumbele necesita también construir su propia tumba para el Libertador. No le basta el Panteón guzmancista. Detrás de este se está construyendo una estructura de la cual se dice que será el nuevo sitio donde serían depositados los restos de Bolívar.
Un gasto inútil e innecesario, tan sólo movido por la gigantesca vanidad del Presidente. El Panteón Nacional no le es suficiente. Quiere que se hable del panteón de Chávez. Uno especial, no para Bolívar sino para el ego de Chacumbele.
Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
Bueno, y a todas estas, ¿qué ha pasado con los restos de Bolívar? Después de toda la faramalla que armó Chacumbele con su teoría del envenenamiento del Libertador por la oligarquía colombiana, a lo cual dedicó una de sus largas exposiciones, y que lo llevó a ordenar la apertura del sarcófago del Padre de la Patria, en una ceremonia espectral, que él mismo narró en vivo y en directo, no hemos vuelto a saber más nada del caso.
¿Demoran tanto los análisis de ADN, demoran tanto los análisis en procura de los indicios del veneno que presuntamente fuera utilizado o es que, ahora que Santos ha pasado a ser el "nuevo mejor amigo" de Chacu, mejor es no menear el asunto del envenenamiento del Libertador por parte de los antepasados de Uribe? Porque eso era todo.
Profanar el sarcófago y armar todo ese barullo no era sino parte del pleito con el ex presidente colombiano. Por ahora, los restos de Bolívar quedan confiscados hasta nuevo aviso.
¿Dónde están? Vaya usted a saber. Si, Dios no lo quiera, se vuelven a encender las candelas de otro atajaperros con Colombia, se puede tener la certidumbre de que reaparecerán los sagrados huesos y volverán a tronar las acusaciones de envenenamiento.
Pero Chacumbele necesita también construir su propia tumba para el Libertador. No le basta el Panteón guzmancista. Detrás de este se está construyendo una estructura de la cual se dice que será el nuevo sitio donde serían depositados los restos de Bolívar.
Un gasto inútil e innecesario, tan sólo movido por la gigantesca vanidad del Presidente. El Panteón Nacional no le es suficiente. Quiere que se hable del panteón de Chávez. Uno especial, no para Bolívar sino para el ego de Chacumbele.
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