Detrás de ese portón sobreviven unos seres humanos a quienes la demagogia chavista les ha vendido un plan de humanización carcelaria que no ofrece resultados sino muertos. Porque nada atormenta más que el transcurrir de las horas en una cárcel venezolana.
Hacinados, maltratados por los custodios militares, borrados de sus derechos a una audiencia y hasta víctimas de sus mismos compañeros de infortunios, que se agrupan en bandas para defenderse o atacar a los otros, los penales de la Venezuela socialista son el escenario de la paranoia sin límites. Detrás de ese portón se aviva un infierno. Afuera, a los familiares de los presos sólo les queda rezar.Foto: Renier Otto/TalCualDigital
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