Carlos Alberto Montaner pontifica sin saber de lo que habla sobre nuestro sistema electoral... desde La Florida, por supuesto. ¡Qué bruta puede llegar a ser la gente inteligente!
ENRIQUE OCHOA ANTICH/TalCualDigital
La curiosa fauna de necios plenos de buena intención que en Venezuela cree defender la democracia promoviendo la fantasiosa especie del fraude electoral, y por lo tanto (y en su propia contra) la desesperanza y la abstención, ha recibido un inopinado refuerzo: Carlos Alberto Montaner.
No tiene idea exacta de lo que acontece en esta comarca, no escruta otras opiniones como no sean las de quienes han convertido a la ficción del fraude en una verdadera obsesión compulsiva digna de mejor causa, no averigua acerca de los mitos y realidades del voto en Venezuela (las 16 auditorías de todo tipo, por ejemplo), pero aún así el cubano, sin que se le arrugue el rostro, hace suya la peregrina tesis según la cual el gobierno inoculará en las máquinas de votación ¡2.000.000! (usted leyó bien: dos millones) de votos virtuales echando mano de un Registro Electoral abultado artificialmente.
No importa lo inverosímil del argumento, Montaner pontifica sin saber de lo que habla sobre nuestro sistema electoral... desde La Florida, por supuesto. ¡Qué bruta puede llegar a ser la gente inteligente! "Como ya hicieronen el referéndum revocatorio", cita y suelta el cubiche.
Este polvoriento fantasma del fraude electoral en 2004, que sólo fue la invención de quienes no quisieron admitir ni tomarse el trabajo de comprender el doloroso fracaso (que es para lo único que sirve la tesis del fraude que no es: como coartada para exculparse de antemano de las propias derrotas sin explicarse los errores cometidos ni mucho menos los aciertos del adversario), no da cuenta de cómo fue que, con esas mismas máquinas y ese mismo Registro Electoral, esa oposición derrotada ganó tres años después el referendo constitucional.
O cómo es que el gobierno no ha echado mano de tales truculencias para hacerse de la poderosa gobernación del Zulia que la oposición ha ganado durante 12 años sucesivos en tres elecciones contínuas, o cómo fue que permitió que le arrebataran gobernaciones como las de Miranda, Carabobo y Táchira o alcaldías como las del Distrito Metropolitano de Caracas, Petare y Maracaibo (entre muchas otras).
Si la trampa es tan fácil, ¿cómo fue que la oposición obtuvo el 52 % de los votos populares en las elecciones parlamentarias de 2010? Este argumento debería ser políticamente suficiente para cualquiera, pero dado que los falsos profetas de un fraude que no es, insisten y machacan y mienten sobre el asunto, vamos a detenernos en esta columna en el asunto del Registro Electoral (en particular, en su composición demográfica). Pero razones de espacio me remiten a hacerlo la próxima semana.
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