Por: VenEconomía
Este 14 de abril se abre un resquicio de oportunidad a los millones de venezolanos que buscan restablecer el orden constitucional, democrático y libertario en Venezuela.
El primer paso lo dio esta semana Henrique Capriles Radonski, al aceptar la propuesta de ser el candidato de la Unidad Democrática en los nuevos comicios presidenciales. Ese día Capriles se creció con un discurso contundente que despertó de nuevo las esperanzas de afrontar con éxito el reto de rescatar el país de un destino ciertamente desolador.
Pero, como bien se sabe esto no es cosa fácil pues el adversario es toda una élite gobernante que no se le agua el ojo para: 1) violar cuanta norma legal; 2) amedrentar y penalizar a cuanto ciudadano, empresa y organización civil no se le pliegue; 3) usar todo el poder de un Estado confiscado por el castrochavismo para imponer una revolución que ha llevado al país al colapso económico, al retroceso de todos los indicadores sociales y a la exclusión de casi la mitad de la población por razones políticas; 4) para atornillarse en el poder a punta de las trampas electorales, abusos de todo tipo y un fraude continuado.
De allí lo oportuno de las recomendaciones que Eric Ekvall, estudioso del tema electoral, le hace al candidato en su artículo Discurso vs Realidad, que circuló por la web este lunes: “la estrategia de Capriles no debería apuntar únicamente a ganar unas elecciones que nunca podrá ganar bajo las condiciones actuales, sino que tiene también que demostrar a los ojos del mundo que las elecciones en Venezuela son una farsa”.
VenEconomía considera que develar al mundo la realidad de la viciada situación electoral sería un precedente muy importante no solo a la luz del 14 de abril, sino incluso para los comicios a realizarse de aquí a 2015 (Municipales y Asamblea Legislativa), donde la democracia debe buscar arrebatar la hegemonía dictatorial del castrochavismo.
¿Cómo hacerlo?
Ekvall sugiere que “en principio se debería presentar incondicionalmente una serie de exigencias básicas a fin de aclarar dudas sobre la confiabilidad del sistema”, entre otras, el rescate del equilibrio en la composición de la junta directiva del CNE o que se haga una auditoría independiente del registro electoral.
Pero, ante la brevedad del tiempo que hay hasta las nuevas elecciones, Ekvall indica (y VenEconomía concuerda con él) que se ponga el énfasis en que se retiren las máquinas captahuellas de todos los centros electorales. Como indica Ekvall “el sistema de captahuellas-con-máquinas de votación SAI (acrónimo del Sistema de Autenticación Integrada) no funciona y solo sirve para amedrentar al votante”y “viola dos preceptos sagrados del sufragio libre, según la misma Constitución de 1999, el Acuerdo de San José de la OEA, y la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU sobre la libertad del voto y el secreto del voto”.
Esta, en opinión de VenEconomía, debe ser una condición inaplazable que debe imponerse para el 14A. A la cual le sumaría VenEconomía, la exigencia de que se realice un requisito de Ley: la verificación ciudadana en todas las mesas en cada uno de los centros de votación del país. Esta es la única garantía de que los votos se cuenten y adjudiquen correctamente.
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