Por: VenEconomía
A una semana del anuncio oficial del fallecimiento de Hugo Chávez, miles de sus seguidores hoy lo lloran aún y manifiestan el afecto a este carismático personaje que vendió a tirios y troyanos que él era el mejor Presidente que ha tenido nunca Venezuela. Imagen esta que no aguanta escrutinio objetivo alguno pues está montada sobre mentiras y medias verdades repetidas mil veces hasta darle visos de realidad.
Este espacio queda corto para la larga lista del desastre y retroceso de esta era de Chávez, que entre otras incluye:
La ilusión de crecimiento y prosperidad lograda través de dádivas masivas que entregó a los pobres de Venezuela, financiadas con ingresos petroleros y endeudamiento. Este ensueño se desvanecerá ahora que los precios del petróleo han dejado de crecer, pero no así el gasto, y los acreedores extranjeros se están negando a seguir prestando dinero al país.
Loas publicitarias al programa Barrio Adentro como panacea del problema de salud. Pero, el deterioro de los hospitales y centros ambulatorios por falta de inversión y mantenimiento ya comenzaba a aflorar aún en vida de Chávez, a la par de que por falta de prevención y políticas sanitarias resurgieron enfermedades infectocontagiosas que habían desaparecido.
La fantasía de imponer un programa escolar con la idea de reescribir la historia e incluir la ideología comunista, así como la creación de “universidades” que no cumplen los estándares establecidos. Pronto, este ejército de jóvenes sufrirá en carne propia la peor estafa del reparto de diplomas que no valen siquiera el papel donde están impresos.
El espejismo de un programa para la construcción masiva de viviendas, que ha servido más para llenar bolsillos de chinos, iraníes y bielorrusos que para saldar la deuda generada por más de 10 años de la falta de una política habitacional, sin planes ni incentivos para la inversión.
Paños calientes en materia de infraestructura, con algunos avances en líneas del Metro de Caracas, Los Teques, Valencia, Maracaibo y los Valles del Tuy, así como en dos funiculares para los barrios. La realidad es que la infraestructura de la nación se ha deteriorado, lo que se refleja en apagones, escasez de agua y el mal estado de las autopistas y carreteras de la nación, contra lo que tendría que ser hoy en día después de 14 años con los mayores ingresos en la historia de la nación.
Ni qué hablar del engaño de la supuesta industrialización del país, cuando la realidad es que Chávez llevó a las empresas básicas al borde del colapso y redujo a PDVSA a una sombra de lo que fue. O de la burla de fraguar un supuesto autoabastecimiento y soberanía nacional, sobre los escombros a los que ha sumido al sector productivo nacional.
A esto se le aúnan hechos más graves y trascendentes para la vida de los venezolanos como son: el fin del Estado de Derecho; la violación de derechos humanos fundamentales a miles de ciudadanos que no podrán recuperar los años o las vidas perdidas; la impunidad y corrupción del sistema judicial que ha incidido de forma determinante en colocar al país como uno de los más violentos del mundo; y la profunda división política de la población que hará muy difícil la reconciliación y la paz necesaria para llevar a Venezuela por el sendero del crecimiento, el progreso y la igualdad.
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