Por: VenEconomía
Este año el 24 de junio, durante las celebraciones oficiales del 192 aniversario de la Batalla de Carabobo y el Día del Ejército, se vio de todo: irrespeto al protocolo y a la institucionalidad democrática, un verbo agresor, una pleitesía al régimen cubano e, incluso, un caricaturesco llamado de Nicolás Maduro a combatir la corrupción.
Durante un show burlesco, indigno de la trascendencia histórica de una batalla donde el Libertador Simón Bolívar derrotó las fuerzas de dominación españolas, el cuestionado gobernante con total impavidez proclamó: "Compañeros y compañeras, compatriotas, mujeres y hombres de la patria, o lo hacemos hoy y lo hacemos nosotros, o la corrupción se va a tragar la patria. No nos podemos desligar de esta lucha contra los corruptos, contra los métodos de corrupción".
Más que efectista, esta proclama es una burla a los ciudadanos que han visto en el transcurrir de estos 14 años de revolución castrocomunista cómo el flagelo de la corrupción ha carcomido todo el tejido del Estado. Una corrupción, que ha derruido no solo las arcas públicas, sino también a la institucionalidad democrática, la carrera administrativa, la legislación, la administración de justicia, el sistema electoral, las Fuerzas Armadas, la salud, la educación y el sistema productivo. Incluso, a fuerza de corrupción se le ha doblado la cerviz a las relaciones internacionales. Todo, absolutamente todo ha sido arrastrado por la corrupción para ser puesto al servicio de un proyecto político armado en la isla de los Castro.
Hoy, en el ejercicio de una supuesta lucha contra la corrupción, Maduro exhibe como trofeos la destitución y apertura de juicios a funcionarios de segundo nivel del Indepabis y del Seniat. Mientras, guarda en alguna gaveta bien escondida las investigaciones sobre los hechos que desbancaron a PDVAL, al Central Azucarero Ezequiel Zamora, a los fondos de jubilaciones de PDVSA, al Plan Bolívar 2000, y a Bandes, por sólo contar con los cinco dedos de una mano. O mientras ignora las denuncias contra funcionarios de alto rango que supuestamente han engordado sus cuentas bancarias a costa del dinero de todos los venezolanos.
Cómo combatir la corrupción, mientras se utilizan a discreción las leyes para perseguir cualquier tipo de disidencia y se amparan a los “amigos del proceso”. O cuando el control de cambio se aplica para asignar las divisas a dedo y a conveniencia de los negociantes oficialistas. O cuando se escatiman recursos presupuestarios a las universidades autónomas, mientras se invierte en universidades bolivarianas sin nivel o se dan dádivas a países del clan del Alba. O cuando el nepotismo es práctica a todo nivel de gobierno.
Cómo enarbolar la bandera anticorrupción cuando el sistema de justicia se aplica para enrejar inocentes que son molestos al régimen, se demora a conveniencia de intereses subalternos los juicios de cientos de venezolanos, mientras hace la vista gorda a la delincuencia organizada que diezma a la población.
Qué desvergüenza e impudicia la de Maduro aclamar que a la corrupción hay que atacarla "esté donde esté. Si está en campos amigos, vamos a ir con la espada libertadora de Simón Bolívar a cortar lo que haya que cortar para que renazca la patria", cuando desde hace 14 años ésta se ha aplicado como política oficial de quienes usurpan al Estado.
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