Por: VenEconomía
En sus inicios, y por más de una década, el hoy difunto Hugo Chávez se jactaba de ser un gobernante incluyente, y juraba y prometía que daría a los trabajadores un papel protagónico en el impulso de la revolución socialista.
Para el 1º de mayo de 2011, Chávez redoblaba su cháchara a los trabajadores venezolanos, mientras ofrecía a los más de un millón de desempleados que los incorporaría al trabajo productivo, con criterio humanista y socialista.
Vanas promesas, pues en los 14 años que se impuso en el poder no le bastaron para cumplirle a la masa trabajadora.
El trabajo “productivo, humanista y socialista” lo trastocó en dádivas improductivas, clientelares y esclavistas.
Mientras tanto, fueron sacados de sus plazas de trabajo decenas de miles de trabajadores de empresas que pasaron a manos del Estado y diversas instituciones públicas, que por décadas dieron más que evidencias de productividad, competitividad y eficiencia, por el simple hecho de que éstos no se supeditaron a los designios del “proceso”.
¡Ejemplos sobran!
Uno de los principales fue la masiva persecución y exclusión de profesionales venezolanos mediante la Lista Tascón- Maisanta. Este terrible apartheid llegó, entre otras instituciones a la Cancillería donde muchos profesionales de la diplomacia vieron truncadas sus carreras, cuando se les aisló y se les confinó a puestos sin relevancia o fueron puestos a la orden de Recursos Humanos.
Otro ejemplo, es la exclusión dantesca de los más de 23.000 trabajadores de PDVSA, botados por no comulgar con la política irresponsable, aventurera e improvisada que avizoraba el derroche y despilfarro actual de los recursos que deja el petróleo venezolano y que llevó a la carraplana a PDVSA.
Esos trabajadores, entre los que se cuentan gerentes, profesionales especializados, técnicos y obreros no solo perdieron sus empleos sin causa justificada alguna, sino que no se les pagaron sus prestaciones y, peor aún, se les confiscaron (léase “robó”) sus cuentas de ahorro. Y no satisfechos con eso, los ex PDVSA han sido objeto de persecución, llegando a censurarse su inclusión en la nómina de los contratistas extranjeros, mientras que los pasivos que le adeuda PDVSA ni siquiera se reflejan en los informes de los auditores. Muchos opinan que la real causa de la explosión de Amuay fue este arbitrario y cruel despido de los profesionales y técnicos de PDVSA.
Pero tal vez el caso emblemático del agravio a la masa de trabajadores es el caso de los trabajadores de Viasa (Venezolana Internacional de Aviación), otrora orgullo de Venezuela.
Estos venezolanos venían siendo maltratados desde la década de los 90, luego de que Iberia, una de las accionistas de Viasa, llevara a la quiebra a la empresa negándole sueldos y prestaciones sociales a unos 2.746 trabajadores. Y ahora, en estos tiempos de la supuesta revolución obrerista y humanista, han sido re-maltratados y vueltos a maltratar no solo al ser ignorados sus reclamos y planteamientos, sino porque se les está pasando la vida viendo cómo el gobierno regala los activos de la empresa, en vez de venderlos como estipula la ley para poder cancelar, aunque fuese una porción de lo que le adeuda el Estado.Tales fueron los casos de la Torre Viasa, en la Plaza Morelos, y el simulador ubicado en Parque Caiza, ahora adjudicado a Conviasa.
El corolario de este drama de la masa trabajadora es que el hoy Presidente, que se dice “obrerista”, continúa en sus trece dictando normas y leyes que sacarán de circulación a empresas, incrementando con ello el número de ciudadanos que están a la intemperie.
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