El fascismo bolivariano ha hecho un gran esfuerzo en crear una epopeya heroica recurriendo a la reconstrucción fraudulenta y oportunista de la historia a fin de crear sus propios mitos y héroes
JOSÉ RAFAEL LÓPEZ PADRINO/TalCualDigital
El bastardo social fascismo bolivariano ha hecho grandes esfuerzos por hacerse, así sea de una manera fraudulenta, de una epopeya heroica. Ha recurrido a la reconstrucción fraudulenta y oportunista de la historia a fin de crear sus propios mitos y héroes. Falsas apologías basadas en héroes con pies de barro, en mediocres sin méritos creados por el aparato propagandístico del régimen a fin de dotarse de una épica que le sirva para alimentar política y emocionalmente al proyecto totalitario, cohesionar sus militantes y consolidarse en el poder.
Un buen ejemplo de esos héroes de pies de barro ha sido el caso del ya fallecido comandante galáctico y sus fantasiosas gestas épicas del 4F y el 11A. El 4F se trató de una asonada protagonizada por un grupete de militares con ambiciones de poder, que culminó con la rendición humillante del fallecido tte coronel en el Museo Militar. Fecha que ha sido bautizada paradójicamente como "el día de la dignidad". Igualmente es inconcebible calificar de hazaña heroica su rendición incondicional el 11A, así como su retorno el 13A después de haber agotado su parque de lágrimas implorando clemencia ante sotanas religiosas.
El lamentable asesinato, en confusas circunstancias, de Robert Serra y María Herrera le ha permitido al social fascismo bolivariano gestar un nuevo héroe con pies de barro. Es obvio que la versión dada por la dupla de Maduro-Cabello de que Serra era un probo e íntegro dirigente político, "lo mejor de la juventud del PSUV", no la cree nadie, ni los propios chavistas, y menos quienes estuvieron en su entorno que conocieron de cerca su atormentada vida personal.
Si bien es cierto que su carrera política la comenzó en las aulas de la UCAB como dirigente juvenil del PSUV, su ascenso meteórico en las filas del oficialismo fue gracias a sus vinculaciones con las turbas criminales de la "robolución" (paramilitares), las cuales fueron promovidas por el régimen con el fin de hostigar, reprimir y de ser necesario eliminar físicamente a los adversarios al proceso. Hordas fanatizadas que forman parte del legado que dejó el fallecido iletrado de Barinas.
Para el fachochavismo no importa el verdadero valor del sujeto, lo importante es transformarlo en un ejemplo, en un mártir para convertirlo por "decreto" en héroe de la revolución. Las manipulaciones en torno al asesinato de Serra y su posterior elevación al panteón de los héroes del proceso responden a la estrategia perversa de la pestilente logia militar que desde Miraflores pretende reforzar la polarización política del país, así como de cohesionar sus maltrechas bases mediante el discurso del odio.
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