Sus letras no serían las de Serrat o George Brassens, pero Alí cantaba e hizo cantar a millones con sus versos. Su música era cascabelera y optimista, invitaba al canto de conjunto
Por: Simón Boccanegra/Tal Cual
El martes pasado, 16 de febrero, martes de Carnaval, por cierto, se cumplieron 25 años de la muerte de Alí Primera, fallecido en un absurdo accidente de tránsito. Este minicronista quiere recordar con cariño al amigo de tantos años, que nos acompañó con su canto, su guitarra y su infatigable andar, por todos los caminos de Venezuela.
Hasta una bronca estruendosa protagonizamos alguna vez, tan sólo para reencontrarnos, no menos estruendosa y calidamente, hasta su muerte desgraciada. No puedo saber que pensaría Alí hoy de la situación política venezolana y tampoco importa.
Lo que importa es que Alí le dio una dimensión venezolana a la llamada entonces "canción protesta", que yo prefiero denominar "canción política", que penetró muy hondo entre los venezolanos que se sentían comprometidos con la lucha por una sociedad más justa.
Esa lucha sigue hoy más vigente que nunca, cuando la buena fe de los venezolanos ha sido víctima de esta estafa, que ha usurpado los valores de la izquierda y del cambio social. Algunos decían de las canciones de Alí que eran "panfletarias", de hecho él mismo comentó esa calificación en alguna de sus composiciones.
A lo mejor lo eran, pero todo el mundo las cantaba y no fue la suya música para cenáculos, ni para peñas de culto, ni formaba parte de una cierta música de protesta, sobre todo sureña, que parecía tener siempre luto en el alma.
Sus letras no serían las de Serrat o George Brassens, pero Alí cantaba e hizo cantar a millones con sus versos. Su música era cascabelera y optimista, invitaba al canto de conjunto. Alí Primera ha sido confiscado e instrumentalizado por Chacumbele, y esta minicrónica no intenta sino asentar que su recuerdo, como su música, nos pertenece a todos.
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