A pesar de las opiniones y recomendaciones de los expertos en la materia, y en contrario a lo que dicta la lógica económica y los graves precedentes de otras administraciones del país, el Gobierno Nacional ha insistido en imponer una política de control de precios, que ha colocado al país al filo del colapso.
Pareciera que en los responsables de las políticas económicas del Gobierno "revolucionario" ha privado un alto grado de ignorancia histórica y una fuerte dosis de irresponsabilidad.
Se ha obviado que los años que han registrado en promedio los mayores índices de inflación, son aquéllos que han sido precedidos por estrictas políticas de control de precios. Cabe recordar que los venezolanos sufrieron en carne propia las nefastas consecuencias de una irresponsable política de controles aplicada durante el mandato de Jaime Lusinchi, que terminó tempranamente con la segunda Presidencia de Carlos Andrés Pérez, cuando éste se vio obligado a hacer los ajustes necesarios para sincerar la economía.
Pareciera que los economistas de la "revolución" ni siquiera se han paseado por el hecho de que en estos 11 años de Gobierno de Hugo Chávez, los años que registraron menor inflación fueron 2000 y 2001, cuando aún no se había instaurado la política de control de precios.
También se ha dejado de lado de manera supina que una política de controles propicia la desinversión, merma la producción, incrementa las presiones inflacionarias, impulsa al desabastecimiento de un ingente número de bienes y productos, y genera que se enquiste un círculo vicioso difícil de romper sin causar traumas en la población.
En estos momentos el país está al filo de un nuevo colapso económico que sólo podría evitarse si el Gobierno desistiera de sus políticas de corte comunista, diera un giro de 180º y abriera la puerta del diálogo y la participación al sector productivo privado del país, y aplicara políticas que incentivaran la inversión y la producción nacional.
La situación es tan grave que ya no bastan para salir del atolladero los espasmódicos, extemporáneos, exiguos y rezagados aumentos de precios que viene decretando el Ejecutivo Nacional desde mediados de 2009 en algunos rubros de la cesta básica, como por ejemplo, el 30% de incremento promedio fijado este 26 de marzo para los precios de la leche y otros productos lácteos.
Aunque este aumento era necesario y lo exigía el sector, el rezago que arrastra el precio de estos rubros es tal, que el incremento de hoy apenas lo pone al nivel del que tenían éstos para 2008. Y lo peor es que ni siquiera llega a compensar los costos de producción, fuertemente impactados por el 21% de la devaluación de enero de 2010, el 33,1% de incremento salarial decretados desde 2009, el 100% de aumento de los costes portuarios y las alzas de las tarifas de transporte.
Esta camisa de fuerza del control de precios que aprisiona al sector productivo, se comprime aún más con la Ley de Depabis. Esta Ley ha puesto una Espada de Damocles sobre a los empresarios, quienes viven bajo amenazas de fuertes multas, cierres e incluso expropiación.
Pareciera que en los responsables de las políticas económicas del Gobierno "revolucionario" ha privado un alto grado de ignorancia histórica y una fuerte dosis de irresponsabilidad.
Se ha obviado que los años que han registrado en promedio los mayores índices de inflación, son aquéllos que han sido precedidos por estrictas políticas de control de precios. Cabe recordar que los venezolanos sufrieron en carne propia las nefastas consecuencias de una irresponsable política de controles aplicada durante el mandato de Jaime Lusinchi, que terminó tempranamente con la segunda Presidencia de Carlos Andrés Pérez, cuando éste se vio obligado a hacer los ajustes necesarios para sincerar la economía.
Pareciera que los economistas de la "revolución" ni siquiera se han paseado por el hecho de que en estos 11 años de Gobierno de Hugo Chávez, los años que registraron menor inflación fueron 2000 y 2001, cuando aún no se había instaurado la política de control de precios.
También se ha dejado de lado de manera supina que una política de controles propicia la desinversión, merma la producción, incrementa las presiones inflacionarias, impulsa al desabastecimiento de un ingente número de bienes y productos, y genera que se enquiste un círculo vicioso difícil de romper sin causar traumas en la población.
En estos momentos el país está al filo de un nuevo colapso económico que sólo podría evitarse si el Gobierno desistiera de sus políticas de corte comunista, diera un giro de 180º y abriera la puerta del diálogo y la participación al sector productivo privado del país, y aplicara políticas que incentivaran la inversión y la producción nacional.
La situación es tan grave que ya no bastan para salir del atolladero los espasmódicos, extemporáneos, exiguos y rezagados aumentos de precios que viene decretando el Ejecutivo Nacional desde mediados de 2009 en algunos rubros de la cesta básica, como por ejemplo, el 30% de incremento promedio fijado este 26 de marzo para los precios de la leche y otros productos lácteos.
Aunque este aumento era necesario y lo exigía el sector, el rezago que arrastra el precio de estos rubros es tal, que el incremento de hoy apenas lo pone al nivel del que tenían éstos para 2008. Y lo peor es que ni siquiera llega a compensar los costos de producción, fuertemente impactados por el 21% de la devaluación de enero de 2010, el 33,1% de incremento salarial decretados desde 2009, el 100% de aumento de los costes portuarios y las alzas de las tarifas de transporte.
Esta camisa de fuerza del control de precios que aprisiona al sector productivo, se comprime aún más con la Ley de Depabis. Esta Ley ha puesto una Espada de Damocles sobre a los empresarios, quienes viven bajo amenazas de fuertes multas, cierres e incluso expropiación.
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