Vecinos denuncian los malos usos que se les da a las cercanías del expropiado mall
También en el caso del Sambil Candelaria los planes, sueños y anuncios van por un lado mientras la terca realidad se empeña en caminar por el otro.
Mucho se ha dicho sobre el futuro de esta gigantesca edificación desde que en diciembre de 2008 el presidente Hugo Chávez anunció que "el Sambil no va", pero hoy lo cierto es que su fachada sur para lo único que sirve es para que se haya formado un estacionamiento en sus anchas aceras, para que duerman de noche los indigentes, para que los buhoneros ofrezcan sus productos y, últimamente, como punto de encuentro para ingerir licor en la vía pública entre jueves y sábado hasta que el cuerpo aguante o hasta que vengan los botellazos que lanzan vecinos hartos de tanto ruido.
No es centro comercial pero tampoco es el centro de convenciones que anunció el Gobierno ni funcionan en su interior locales privados y públicos ni hay areperas socialistas ni hipermercados Bicentenario (también promesas oficiales), a lo que más se parecen las cercanías del Sambil Candelaria es a un bar público.
Así es como se aprovechan hoy las anchas aceras y la iluminación que la constructora Sambil dejó a los vecinos como grato recuerdo, así como los indigentes utilizan las escalinatas para improvisar sus camas de cartón; "claro, como es el único lugar iluminado y espacioso de la parroquia, ha sido tomado por adolescentes para hacer sus fiestas nocturnas hasta la hora que les da la gana", dice Félix Scarpatti, quien además informa que ya perdió la cuenta de la cantidad de veces que han denunciado la situación ante el registrador Miguel Ángel Camilo, de la Jefatura Civil de Candelaria.
Dice que la ley está de su lado, pues existen ordenanzas que prohíben ingerir licor o poner equipos de música en la calle, pero eso no parece importar a las autoridades: "Muchas veces los vecinos de estos edificios les tiran botellas para que se vayan. Un día ocurrirá una tragedia y entonces a lo mejor alguien nos hace caso".
Carlos Julio Rojas, vocero de la Asamblea de Ciudadanos de Candelaria, relata que desde esa institución también se ha denunciado la situación ante la Alcaldía Libertador, pero tampoco han obtenido respuesta.
Lamenta que los funcionarios policiales del módulo de seguridad que se instala en la plaza no vayan más allá de los operativos que de vez en cuando hacen en la avenida Urdaneta, mientras que otra vecina (que no quiso ser identificada) cuenta que hay una camioneta de la PM frente al Banco Provincial, cerca de la fachada sur del Sambil, pero casi siempre está vacía: "En la tarde a veces hay algunos funcionarios, pero en la noche está siempre sola". Sin embargo, este fin de semana se instalaron efectivos en el lugar.
Elena Palacios recuerda por su parte que durante el día tampoco los usos que se le están dando a esos espacios son los más adecuados: una línea de taxis se adueñó de la fachada sur, mientras que los parqueros organizan las anchas aceras como estacionamiento y también como autolavado, mientras unos buhoneros aprovechan una reja provisional para instalar su mercancía.
La construcción del Sambil trajo mejoras a Candelaria en cuanto a iluminación y ampliación de vías y aceras, pero los vecinos nunca imaginaron que el empeño de un Presidente haría que esas mejoras terminaran volviéndose en su contra.
Mucho se ha dicho sobre el futuro de esta gigantesca edificación desde que en diciembre de 2008 el presidente Hugo Chávez anunció que "el Sambil no va", pero hoy lo cierto es que su fachada sur para lo único que sirve es para que se haya formado un estacionamiento en sus anchas aceras, para que duerman de noche los indigentes, para que los buhoneros ofrezcan sus productos y, últimamente, como punto de encuentro para ingerir licor en la vía pública entre jueves y sábado hasta que el cuerpo aguante o hasta que vengan los botellazos que lanzan vecinos hartos de tanto ruido.
No es centro comercial pero tampoco es el centro de convenciones que anunció el Gobierno ni funcionan en su interior locales privados y públicos ni hay areperas socialistas ni hipermercados Bicentenario (también promesas oficiales), a lo que más se parecen las cercanías del Sambil Candelaria es a un bar público.
Así es como se aprovechan hoy las anchas aceras y la iluminación que la constructora Sambil dejó a los vecinos como grato recuerdo, así como los indigentes utilizan las escalinatas para improvisar sus camas de cartón; "claro, como es el único lugar iluminado y espacioso de la parroquia, ha sido tomado por adolescentes para hacer sus fiestas nocturnas hasta la hora que les da la gana", dice Félix Scarpatti, quien además informa que ya perdió la cuenta de la cantidad de veces que han denunciado la situación ante el registrador Miguel Ángel Camilo, de la Jefatura Civil de Candelaria.
Dice que la ley está de su lado, pues existen ordenanzas que prohíben ingerir licor o poner equipos de música en la calle, pero eso no parece importar a las autoridades: "Muchas veces los vecinos de estos edificios les tiran botellas para que se vayan. Un día ocurrirá una tragedia y entonces a lo mejor alguien nos hace caso".
Carlos Julio Rojas, vocero de la Asamblea de Ciudadanos de Candelaria, relata que desde esa institución también se ha denunciado la situación ante la Alcaldía Libertador, pero tampoco han obtenido respuesta.
Lamenta que los funcionarios policiales del módulo de seguridad que se instala en la plaza no vayan más allá de los operativos que de vez en cuando hacen en la avenida Urdaneta, mientras que otra vecina (que no quiso ser identificada) cuenta que hay una camioneta de la PM frente al Banco Provincial, cerca de la fachada sur del Sambil, pero casi siempre está vacía: "En la tarde a veces hay algunos funcionarios, pero en la noche está siempre sola". Sin embargo, este fin de semana se instalaron efectivos en el lugar.
Elena Palacios recuerda por su parte que durante el día tampoco los usos que se le están dando a esos espacios son los más adecuados: una línea de taxis se adueñó de la fachada sur, mientras que los parqueros organizan las anchas aceras como estacionamiento y también como autolavado, mientras unos buhoneros aprovechan una reja provisional para instalar su mercancía.
La construcción del Sambil trajo mejoras a Candelaria en cuanto a iluminación y ampliación de vías y aceras, pero los vecinos nunca imaginaron que el empeño de un Presidente haría que esas mejoras terminaran volviéndose en su contra.
Javier Brassesco
EL UNIVERSAL
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