AP/El Nacional
Una ama de casa de 54 años que disparaba una ametralladora por primera vez suelta una estruendosa ráfaga. Cuando la metralla deja de escupir fuego, un instructor le grita "¡Mata esos gringos!".
Ella y miles de otros civiles llevaban uniforme verde olivo para un adiestramiento de fin de semana en una base del ejército venezolano, en donde aprenden a arrastrarse por debajo del alambre de púas, usar rifles de asalto y acechar a sus enemigos en combate.
Una visita de dos días de los periodistas de AP a este campamento de entrenamiento de la Milicia Bolivariana de Venezuela reveló a un grupo animoso, en su mayoría hombres y mujeres de la clase obrera, que incluye estudiantes y jubilados, unidos por su apoyo militante al presidente Hugo Chávez y su voluntad de defender a su gobierno.
¿De qué exactamente?
Algunos creen en las advertencias de Chávez de que el "imperio" estadounidense podría atacar algún día, y hay que estar preparados para sacrificar la vida si es necesario para luchar contra "contra cualquier amenaza externa o interna".
Venezuela, sin embargo, nunca ha librado una guerra contra ninguna nación, y la milicia es para Chávez una herramienta práctica para engranar a sus seguidores, arengar el fervor nacionalista e intimidar a sus oponentes, que podrían considerar otro golpe como el que sobrevivió en 2002.
Los detractores de Chávez describen a la milicia como un peligroso grupo de matones armados que podrían ser utilizados para amenazar a los opositores al gobierno, socavar protestas y ayudar al presidente a mantenerse en el poder a toda costa.
Uno de los principios rectores de la milicia es constantemente martillado por el grupo cuando se saludan al unísono gritando: "¡Patria socialista o muerte! ¡Venceremos!".
Osmaira Pacheco, la ama de casa que disparó la ametralladora, dijo emocionada que era una experiencia "maravillosa" disparar contra un muñeco de paja vestido con un uniforme militar. Agregó, un poco más seria, que no le gusta la idea de matar a alguien, ya sea estadounidense o de otro país, y "no quisiera nunca jamás que haya enfrentamientos de venezolanos con venezolanos".
"Pero si nos atacan de otro sitio, creo que estamos preparado para ello", dijo la ama de casa, que está estudiando para ser maestra en un programa gratuito del gobierno y fervientemente admira a Chávez. "Estamos preparados para apoyar a las fuerzas armadas si nos necesitan".
Los miembros de la fuerza de voluntarios la integran desde desempleados a electricistas, empleados bancarios y trabajadores sociales. La mayoría de los entrevistados durante el entrenamiento de la segunda semana de abril dijeron que algunos de ellos son beneficiarios de los programas gratuitos de educación del estado o son trabajadores del sector público. No cobran una remuneración, pero reciben alrededor de 7 dólares para compensar los costos de transporte para cada evento al que asisten, por lo general los fines de semana.
Como parte del entrenamiento se alinean en un campo de tiro con fusiles Automáticos Livianos (FAL), de fabricación belga, que tienen décadas de antigüedad, apuntando a blancos con marcas en color rojo, ubicados a unos 75 metros de distancia. Practican la reacción a una emboscada en la selva, camuflados con las caras manchadas de barro y con hierba seca pegada como collares en el cuello de sus uniformes.
En la práctica de guerra urbana, se agachan para protegerse detrás de un corral de cochinos y usan municiones de fogueo en un edificio abandonado tomando por asalto a secuestradores. Los proyectiles caen sobre el piso de cemento y, en medio del eco de los disparos, alguien grita "¡despejado!".
Uno de los objetivos de los instructores, que incluye tropas de la milicia con experiencia y oficiales militares, es prepararlos para la "guerra asimétrica", que consiste en usar medios ajenos a la tradición militar para resistir y enfrentar una fuerza superior de ocupación. Aluden a insurgentes que luchan contra las tropas de Estados Unidos en Irak y Afganistán.
Cuando las tropas se reúnen para un ejercicio, estalla una granada de simulacros y se lanzan todos al suelo. Una mujer lloró del susto y enfermeras le dieron oxígeno para calmarla.
La mayoría parecen entusiasmados al marchar bajo el sol, con uniformes que terminan sudados y sucios. También disfrutan de la camaradería, afirmando que pasaron una noche juntos de excursión y viendo una película china.
Varios voluntarios se disponen a disparar un cañón antitanque de 106 milímetros y un mortero. "Abre la boca", dijo un joven que advierte que el cañón está cargado y que así pueden protegerse los oídos.
El aire se agita con la ensordecedora explosión, la tropa hace una mueca y de seguida estallan en aplausos. El humo los envuelve, y levantan sus puños y gritan ¡Viva Chávez".
Chávez ha hecho una prioridad la construcción de la milicia, que ha absorbido a algunos miembros del anterior cuerpo de la reserva. En repetidas ocasiones ha advertido sobre varias amenazas potenciales: los Estados Unidos, Colombia y también "la oligarquía venezolana", como él llama a sus oponentes.
Chávez se dirigió a unos 35.000 miembros de las milicias en un mitin al aire libre el 13 de abril, el octavo aniversario de su regreso al poder tras el fallido golpe del 2002, y advirtió que cualquier intento de derrocarlo volvería a fallar.
Usando una boina roja distintiva de sus años en el ejército, Chávez desenvainó una espada que perteneció al prócer de la independencia sudamericana Simón Bolívar _ que según el mandatario inspira su proyecto político socialista que el llama Revolución Bolivariana_ la sostuvo en alto cuando juramentó a las tropas de la milicia.
"Listos deben estar ustedes para en cualquier momento tomar las armas que allí tienen y salir a dar la vida si hubiera que darla por la revolución bolivariana", gritó Chávez. Denunció entonces, sin dar detalles, que está seguro de que algunos opositores quieren asesinarlo.
"Si lo hicieran ... ahí están mis milicias, ahí está mi pueblo, ustedes saben lo que tendrían que hacer, sencillamente tomar todo el poder en Venezuela, absolutamente todo, barrer a la burguesía de todos los espacios políticos y económicos, profundizar la revolución", agregó.
No está claro que tanto están comprometidos y con cuántos milicianos entrenados Chávez podría contar en una crisis. Un cercano colaborador, el ministro de Obras Públicas Diosdado Cabello, indicó que ya hay 120.000 personas en la milicia y que podría crecer hasta 200.000.
Los adversarios de Chávez sostienen que esas cifras son muy exageradas, pero siguen siendo alarmante que los partidarios del gobierno están siendo armados en todo el país. Además condenan que Chávez haya gastado más de 4.000 millones de dólares en armas rusas, incluyendo fusiles, helicópteros y cazabombarderos Sukhoi, que con frecuencia retumban en los cielos de Caracas.
Chávez, quien buscará la reelección en 2012, recientemente ha visto perdido popularidad en momentos que su gobierno enfrenta cortes de electricidad, una recesión y una inflación de 26%, aunque sigue teniendo un apoyo importante.
La milicia es "un ejército personal, una guardia pretoriana", dijo el contralmirante retirado Elías Buchszer, un opositor a Chávez. Señaló que pese al discurso de Chávez acerca de repeler una invasión de Estados Unidos, la milicia en realidad está orientada a mantener el control, mantenerlo en el poder, e "intimidar y atemorizar al país de que cualquier cosa que se haga pues van a salir los milicianos".
Algunos de los miembros de la milicia venezolana dicen que no hay nada que temer, que su único propósito es proteger al país y que sus armas permanezcan guardadas en depósitos militares, cuando no estén en uso.
También llevan a cabo misiones como estar de guardia en los mercados estatales. Algunos han sido entrenados en primeros auxilios y dicen que estarían dispuestos a responder en terremotos u otros desastres.
Quizás lo más importante para algunos es que se sienten importantes porque Chávez los ha incluido en su proyecto nacional.
"Ya no somos excluidos", dijo María Henríquez, una desempleada de 44 años, que está estudiando en la Misión Ribas, un programa de educación de adultos. Ella gritó con entusiasmo a los compañeros después de salir de un curso donde se arrastró en una zanja en alambre de púas, con el rostro cubierto de polvo ennegrecido.
"No estamos aquí porque nadie nos obligó. Estamos porque nosotros somos unos patriotas", enfatizó. En cuanto a Chávez expresó "nosotros damos la vida por el".
Algunos miembros del llamado cuerpo de combatientes de la Misión Ribas, uno de los componentes de la milicia, son entrenados en la manera de salvaguardar la industria petrolera venezolana y mantener el flujo de combustible en el caso de un conflicto.
Maestre Segundo Jesús Lozano Sánchez, coordinador nacional del cuerpo, declaró que no importa cuál sea el escenario "estamos preparados para defender la patria, defender la revolución y defender al comandante Chávez".
Ella y miles de otros civiles llevaban uniforme verde olivo para un adiestramiento de fin de semana en una base del ejército venezolano, en donde aprenden a arrastrarse por debajo del alambre de púas, usar rifles de asalto y acechar a sus enemigos en combate.
Una visita de dos días de los periodistas de AP a este campamento de entrenamiento de la Milicia Bolivariana de Venezuela reveló a un grupo animoso, en su mayoría hombres y mujeres de la clase obrera, que incluye estudiantes y jubilados, unidos por su apoyo militante al presidente Hugo Chávez y su voluntad de defender a su gobierno.
¿De qué exactamente?
Algunos creen en las advertencias de Chávez de que el "imperio" estadounidense podría atacar algún día, y hay que estar preparados para sacrificar la vida si es necesario para luchar contra "contra cualquier amenaza externa o interna".
Venezuela, sin embargo, nunca ha librado una guerra contra ninguna nación, y la milicia es para Chávez una herramienta práctica para engranar a sus seguidores, arengar el fervor nacionalista e intimidar a sus oponentes, que podrían considerar otro golpe como el que sobrevivió en 2002.
Los detractores de Chávez describen a la milicia como un peligroso grupo de matones armados que podrían ser utilizados para amenazar a los opositores al gobierno, socavar protestas y ayudar al presidente a mantenerse en el poder a toda costa.
Uno de los principios rectores de la milicia es constantemente martillado por el grupo cuando se saludan al unísono gritando: "¡Patria socialista o muerte! ¡Venceremos!".
Osmaira Pacheco, la ama de casa que disparó la ametralladora, dijo emocionada que era una experiencia "maravillosa" disparar contra un muñeco de paja vestido con un uniforme militar. Agregó, un poco más seria, que no le gusta la idea de matar a alguien, ya sea estadounidense o de otro país, y "no quisiera nunca jamás que haya enfrentamientos de venezolanos con venezolanos".
"Pero si nos atacan de otro sitio, creo que estamos preparado para ello", dijo la ama de casa, que está estudiando para ser maestra en un programa gratuito del gobierno y fervientemente admira a Chávez. "Estamos preparados para apoyar a las fuerzas armadas si nos necesitan".
Los miembros de la fuerza de voluntarios la integran desde desempleados a electricistas, empleados bancarios y trabajadores sociales. La mayoría de los entrevistados durante el entrenamiento de la segunda semana de abril dijeron que algunos de ellos son beneficiarios de los programas gratuitos de educación del estado o son trabajadores del sector público. No cobran una remuneración, pero reciben alrededor de 7 dólares para compensar los costos de transporte para cada evento al que asisten, por lo general los fines de semana.
Como parte del entrenamiento se alinean en un campo de tiro con fusiles Automáticos Livianos (FAL), de fabricación belga, que tienen décadas de antigüedad, apuntando a blancos con marcas en color rojo, ubicados a unos 75 metros de distancia. Practican la reacción a una emboscada en la selva, camuflados con las caras manchadas de barro y con hierba seca pegada como collares en el cuello de sus uniformes.
En la práctica de guerra urbana, se agachan para protegerse detrás de un corral de cochinos y usan municiones de fogueo en un edificio abandonado tomando por asalto a secuestradores. Los proyectiles caen sobre el piso de cemento y, en medio del eco de los disparos, alguien grita "¡despejado!".
Uno de los objetivos de los instructores, que incluye tropas de la milicia con experiencia y oficiales militares, es prepararlos para la "guerra asimétrica", que consiste en usar medios ajenos a la tradición militar para resistir y enfrentar una fuerza superior de ocupación. Aluden a insurgentes que luchan contra las tropas de Estados Unidos en Irak y Afganistán.
Cuando las tropas se reúnen para un ejercicio, estalla una granada de simulacros y se lanzan todos al suelo. Una mujer lloró del susto y enfermeras le dieron oxígeno para calmarla.
La mayoría parecen entusiasmados al marchar bajo el sol, con uniformes que terminan sudados y sucios. También disfrutan de la camaradería, afirmando que pasaron una noche juntos de excursión y viendo una película china.
Varios voluntarios se disponen a disparar un cañón antitanque de 106 milímetros y un mortero. "Abre la boca", dijo un joven que advierte que el cañón está cargado y que así pueden protegerse los oídos.
El aire se agita con la ensordecedora explosión, la tropa hace una mueca y de seguida estallan en aplausos. El humo los envuelve, y levantan sus puños y gritan ¡Viva Chávez".
Chávez ha hecho una prioridad la construcción de la milicia, que ha absorbido a algunos miembros del anterior cuerpo de la reserva. En repetidas ocasiones ha advertido sobre varias amenazas potenciales: los Estados Unidos, Colombia y también "la oligarquía venezolana", como él llama a sus oponentes.
Chávez se dirigió a unos 35.000 miembros de las milicias en un mitin al aire libre el 13 de abril, el octavo aniversario de su regreso al poder tras el fallido golpe del 2002, y advirtió que cualquier intento de derrocarlo volvería a fallar.
Usando una boina roja distintiva de sus años en el ejército, Chávez desenvainó una espada que perteneció al prócer de la independencia sudamericana Simón Bolívar _ que según el mandatario inspira su proyecto político socialista que el llama Revolución Bolivariana_ la sostuvo en alto cuando juramentó a las tropas de la milicia.
"Listos deben estar ustedes para en cualquier momento tomar las armas que allí tienen y salir a dar la vida si hubiera que darla por la revolución bolivariana", gritó Chávez. Denunció entonces, sin dar detalles, que está seguro de que algunos opositores quieren asesinarlo.
"Si lo hicieran ... ahí están mis milicias, ahí está mi pueblo, ustedes saben lo que tendrían que hacer, sencillamente tomar todo el poder en Venezuela, absolutamente todo, barrer a la burguesía de todos los espacios políticos y económicos, profundizar la revolución", agregó.
No está claro que tanto están comprometidos y con cuántos milicianos entrenados Chávez podría contar en una crisis. Un cercano colaborador, el ministro de Obras Públicas Diosdado Cabello, indicó que ya hay 120.000 personas en la milicia y que podría crecer hasta 200.000.
Los adversarios de Chávez sostienen que esas cifras son muy exageradas, pero siguen siendo alarmante que los partidarios del gobierno están siendo armados en todo el país. Además condenan que Chávez haya gastado más de 4.000 millones de dólares en armas rusas, incluyendo fusiles, helicópteros y cazabombarderos Sukhoi, que con frecuencia retumban en los cielos de Caracas.
Chávez, quien buscará la reelección en 2012, recientemente ha visto perdido popularidad en momentos que su gobierno enfrenta cortes de electricidad, una recesión y una inflación de 26%, aunque sigue teniendo un apoyo importante.
La milicia es "un ejército personal, una guardia pretoriana", dijo el contralmirante retirado Elías Buchszer, un opositor a Chávez. Señaló que pese al discurso de Chávez acerca de repeler una invasión de Estados Unidos, la milicia en realidad está orientada a mantener el control, mantenerlo en el poder, e "intimidar y atemorizar al país de que cualquier cosa que se haga pues van a salir los milicianos".
Algunos de los miembros de la milicia venezolana dicen que no hay nada que temer, que su único propósito es proteger al país y que sus armas permanezcan guardadas en depósitos militares, cuando no estén en uso.
También llevan a cabo misiones como estar de guardia en los mercados estatales. Algunos han sido entrenados en primeros auxilios y dicen que estarían dispuestos a responder en terremotos u otros desastres.
Quizás lo más importante para algunos es que se sienten importantes porque Chávez los ha incluido en su proyecto nacional.
"Ya no somos excluidos", dijo María Henríquez, una desempleada de 44 años, que está estudiando en la Misión Ribas, un programa de educación de adultos. Ella gritó con entusiasmo a los compañeros después de salir de un curso donde se arrastró en una zanja en alambre de púas, con el rostro cubierto de polvo ennegrecido.
"No estamos aquí porque nadie nos obligó. Estamos porque nosotros somos unos patriotas", enfatizó. En cuanto a Chávez expresó "nosotros damos la vida por el".
Algunos miembros del llamado cuerpo de combatientes de la Misión Ribas, uno de los componentes de la milicia, son entrenados en la manera de salvaguardar la industria petrolera venezolana y mantener el flujo de combustible en el caso de un conflicto.
Maestre Segundo Jesús Lozano Sánchez, coordinador nacional del cuerpo, declaró que no importa cuál sea el escenario "estamos preparados para defender la patria, defender la revolución y defender al comandante Chávez".
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