"Es mucho, en términos históricos", opinó Jerry Weir, quien supervisa la investigación y revisión de vacunas para la Administración de Alimentos y Medicinas de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés).
La vacuna obsoleta, parte de la cual venció el miércoles, se incinerará. La cantidad, más del doble de los sobrantes habituales, estableció una cifra sin precedentes y eso ni siquiera es todo.
Unos 30 millones más de dosis expirarán después y es posible que no se usen, según una estimación gubernamental. Si toda esa vacuna expira, más de 43% del suministro para la población estadounidense se habrá echado a perder.
Las autoridades federales alegaron que la enorme cantidad de vacunas se adquirió como un riesgo necesario en preparación para la peor de las hipótesis posibles del avance en el país de la gripe porcina, un virus nunca visto.
Muchos expertos de salud habían temido que la nueva gripe pudiera ser la mortífera epidemia mundial de la que habían advertido desde hacía mucho tiempo, pero que terminó matando a menos personas que la gripe estacional.
"Aunque hubo muchas dosis de vacuna que no se usaron, fue mucho más apropiado haber estado preparados para el peor de los casos que haber tenido demasiadas pocas dosis", afirmó Bill Hall, vocero para el Departamento de Salud y Servicios Humanos estadounidense.
El gobierno preparó 162 millones de vacunas para la población en general. Otras 36 millones incluyeron dosis para los militares y otros países.
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