Por: VenEconomía 02jul10
Durante más de once años el presidente Hugo Chávez impuso su agresiva agenda política a Venezuela. Con un don de encantador de masas, captó por años el apoyo de millones de venezolanos, sobre todo los más empobrecidos, quienes avalaron su imaginaria lucha de clases. Así, Chávez sumó tantos a su favor para apoltronarse en el poder y ejercer su hegemonía sobre todos los poderes públicos y sobre el sector productivo y económico del país.
En el ínterin, Chávez dividió en dos toletes a la población y aplicó como política de Estado la segregación y la persecución de amplios sectores del país. También se dedicó a llevar a su mínima expresión al sector productivo privado, a fuerza de barbarie y robo de tierras, empresas y propiedades.
Para completar su mala faena, el batallón de prosélitos que comanda Chávez condenó al colapso al sector público, por ineptitud, desidia, corrupción y, sobre todo, por el mal manejo y despilfarro de los ingentes recursos del petróleo. Los males de PDVSA también acumulan una capacidad de producción severamente disminuida y una corrupción generalizada, expresada en su mejor magnitud en los casos de los alimentos putrefactos de PDVAL y los derrames petroleros no atendidos con pericia y diligencia. Incluso, a pesar de la recuperación del precio del barril a niveles promedio de $70,03 en 2010, casi 23% más que en 2009, PDVSA no logra recuperar sus ingresos. Esto ha traído como consecuencia el agravamiento de errada política cambiaria.
El desacertado enfoque comunista de Chávez, también llevó a una severa y sostenida crisis del Sistema Eléctrico con sus nefastas secuelas en la productividad nacional y la calidad de vida del ciudadano.
Las contradictorias políticas del Gobierno han traído como consecuencia una continuada y acelerada caída del PIB y una alta inflación que acumula 14,5% en lo que va de 2010, todo lo cual ha dado paso a lo que podría ser una de las recesiones más graves de la historia de Venezuela.
Pero, la agenda política de Chávez irremediablemente se topó con la economía, y parece que ya los vientos no están a su favor.
La mayoría de las encuestas viene reflejando una caída sostenida de la aceptación de la gestión de Hugo Chávez. En una de las últimas, la de Consultores 21, realizada el 4 de junio en una muestra de 1.500 casos en 66 poblados del país, 59% de los encuestados piensa que el Gobierno de Chávez es malo y, en su mayoría, percibe que el principal problema del país es la situación económica. Pero la peor noticia para el mandatario es que más de 55% de la muestra lo responsabiliza de los problemas del país y cree que él es incapaz de resolver los problemas que los aqueja.
Su respuesta a esta realidad es la de todo hegemón: Represión, control y más control.
En el ínterin, Chávez dividió en dos toletes a la población y aplicó como política de Estado la segregación y la persecución de amplios sectores del país. También se dedicó a llevar a su mínima expresión al sector productivo privado, a fuerza de barbarie y robo de tierras, empresas y propiedades.
Para completar su mala faena, el batallón de prosélitos que comanda Chávez condenó al colapso al sector público, por ineptitud, desidia, corrupción y, sobre todo, por el mal manejo y despilfarro de los ingentes recursos del petróleo. Los males de PDVSA también acumulan una capacidad de producción severamente disminuida y una corrupción generalizada, expresada en su mejor magnitud en los casos de los alimentos putrefactos de PDVAL y los derrames petroleros no atendidos con pericia y diligencia. Incluso, a pesar de la recuperación del precio del barril a niveles promedio de $70,03 en 2010, casi 23% más que en 2009, PDVSA no logra recuperar sus ingresos. Esto ha traído como consecuencia el agravamiento de errada política cambiaria.
El desacertado enfoque comunista de Chávez, también llevó a una severa y sostenida crisis del Sistema Eléctrico con sus nefastas secuelas en la productividad nacional y la calidad de vida del ciudadano.
Las contradictorias políticas del Gobierno han traído como consecuencia una continuada y acelerada caída del PIB y una alta inflación que acumula 14,5% en lo que va de 2010, todo lo cual ha dado paso a lo que podría ser una de las recesiones más graves de la historia de Venezuela.
Pero, la agenda política de Chávez irremediablemente se topó con la economía, y parece que ya los vientos no están a su favor.
La mayoría de las encuestas viene reflejando una caída sostenida de la aceptación de la gestión de Hugo Chávez. En una de las últimas, la de Consultores 21, realizada el 4 de junio en una muestra de 1.500 casos en 66 poblados del país, 59% de los encuestados piensa que el Gobierno de Chávez es malo y, en su mayoría, percibe que el principal problema del país es la situación económica. Pero la peor noticia para el mandatario es que más de 55% de la muestra lo responsabiliza de los problemas del país y cree que él es incapaz de resolver los problemas que los aqueja.
Su respuesta a esta realidad es la de todo hegemón: Represión, control y más control.
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