De las interpelaciones a los ministros, más allá del contenido de ellas, emerge una conclusión inescapable: el enorme abuso de poder y la manipulación mediática de todo ese proceso por parte del gobierno. Este es el único Parlamento del mundo donde el acceso a las barras está restringido sólo a los partidarios del gobierno. Ningún ciudadano común, que no forme parte del rebaño arreado al Parlamento para que aplauda a los suyos y pite a sus adversarios, puede entrar a la Asamblea Nacional.
A los periodistas de todos los medios no gubernamentales se les tiene prohibida la presencia en el hemiciclo y la única fuente de información es la de la cámara del canal televisivo de la Asamblea, todavía en manos del PSUV, como si 40% del Parlamento no estuviera compuesto por diputados de oposición.
Luego, tenemos el formato de la interpelación misma. Mientras los ministros pueden hablar sin restricción alguna de tiempo, los diputados están apretados por el cilicio de un reglamento que limita sus intervenciones a unos pocos minutos, sin posibilidad alguna de debate sobre las afirmaciones de los ministros.
No hay tal interpelación porque no es posible discutir o rebatir lo que los funcionarios oficialistas aseveran.
El gobierno preparó un show con la nada oculta intención de repetir en coro la montaña de mentiras y falsedades que diaria y dominicalmente difunde el Amo, manteniendo el mismo estilo de monólogo, pero coral. Y aun así, el espíritu de Chacumbele, el que él mismito se mató, arropó todo el tiempo a los expositores y quienes tuvieron la paciencia de escucharlos pudieron apreciar por sí mismos desde las mentiras y fantasías que con el mayor desparpajo eran lanzadas sobre la audiencia, hasta la admisión de algunos fracasos tan evidentes por sí mismos que no tuvieron más remedio que admitirlos, tal el caso de la torta que el gobierno ha puesto en materia de (in)seguridad ciudadana. Oír a Loyo hablar de que la producción agrícola creció 44% daba risa, lo mismo que a José Khan asegurar que si el gobierno no hubiera comprado Sidor ésta estaría quebrada.
Seguramente Loyo se refería al crecimiento de la agricultura y la ganadería en aquellos países de donde importamos desde vacas hasta caraotas, porque la de aquí está documentada por los propios productores y lo que se registra es una caída en barrena, cuya contrapartida está dada por el crecimiento exponencial de las importaciones de alimentos.
Pero lo más divertido era escucharlos referirse continuamente al "proyecto de país" del cual se dicen promotores. ¿Proyecto de país? ¿Cuál, cuál proyecto de país tiene esa pandilla de charlatanes y su Amo? ¿Proyecto de país que arruina simultáneamente el aparato productivo privado y el público? ¿Proyecto de país que reduce el poder adquisitivo de sus ciudadanos con la inflación más alta del continente? ¿Proyecto de país que no crea empleo sino desempleo e informalidad? ¿Proyecto de país que no ha podido dotarnos de un sistema de seguridad social moderno, eficiente y justo? ¿Proyecto de país que gira en torno a un mandatario personalista, autoritario, autocrático y militarista, que no ha terminado de volver añicos la vida democrática gracias a la indomable resistencia de un pueblo que se niega a calárselo? Si eso es un "proyecto de país", mejor es no tener nada.
A los periodistas de todos los medios no gubernamentales se les tiene prohibida la presencia en el hemiciclo y la única fuente de información es la de la cámara del canal televisivo de la Asamblea, todavía en manos del PSUV, como si 40% del Parlamento no estuviera compuesto por diputados de oposición.
Luego, tenemos el formato de la interpelación misma. Mientras los ministros pueden hablar sin restricción alguna de tiempo, los diputados están apretados por el cilicio de un reglamento que limita sus intervenciones a unos pocos minutos, sin posibilidad alguna de debate sobre las afirmaciones de los ministros.
No hay tal interpelación porque no es posible discutir o rebatir lo que los funcionarios oficialistas aseveran.
El gobierno preparó un show con la nada oculta intención de repetir en coro la montaña de mentiras y falsedades que diaria y dominicalmente difunde el Amo, manteniendo el mismo estilo de monólogo, pero coral. Y aun así, el espíritu de Chacumbele, el que él mismito se mató, arropó todo el tiempo a los expositores y quienes tuvieron la paciencia de escucharlos pudieron apreciar por sí mismos desde las mentiras y fantasías que con el mayor desparpajo eran lanzadas sobre la audiencia, hasta la admisión de algunos fracasos tan evidentes por sí mismos que no tuvieron más remedio que admitirlos, tal el caso de la torta que el gobierno ha puesto en materia de (in)seguridad ciudadana. Oír a Loyo hablar de que la producción agrícola creció 44% daba risa, lo mismo que a José Khan asegurar que si el gobierno no hubiera comprado Sidor ésta estaría quebrada.
Seguramente Loyo se refería al crecimiento de la agricultura y la ganadería en aquellos países de donde importamos desde vacas hasta caraotas, porque la de aquí está documentada por los propios productores y lo que se registra es una caída en barrena, cuya contrapartida está dada por el crecimiento exponencial de las importaciones de alimentos.
Pero lo más divertido era escucharlos referirse continuamente al "proyecto de país" del cual se dicen promotores. ¿Proyecto de país? ¿Cuál, cuál proyecto de país tiene esa pandilla de charlatanes y su Amo? ¿Proyecto de país que arruina simultáneamente el aparato productivo privado y el público? ¿Proyecto de país que reduce el poder adquisitivo de sus ciudadanos con la inflación más alta del continente? ¿Proyecto de país que no crea empleo sino desempleo e informalidad? ¿Proyecto de país que no ha podido dotarnos de un sistema de seguridad social moderno, eficiente y justo? ¿Proyecto de país que gira en torno a un mandatario personalista, autoritario, autocrático y militarista, que no ha terminado de volver añicos la vida democrática gracias a la indomable resistencia de un pueblo que se niega a calárselo? Si eso es un "proyecto de país", mejor es no tener nada.
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