No hay amores imposibles cuando la libertad guía los pasos de quienes luchan por el bienestar de los otros. Entre los besos y promesas de estos jóvenes se cuelan también su voluntad de no abandonar el país y la esperanza de reconquistar los espacios que les han sido arrebatados. Agarrados de las manos, gritan y marchan en favor de sus compatriotas injustamente encarcelados. Con el tiempo como testigo, saben que algún día la justicia estará de su lado.
Foto: Saúl Uzcátegui/TalCualDigital
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