La solidaridad se expresa a veces con ojos de angustia. Una mirada resbaladiza, de piedad, con lágrimas contenidas, que retratan la desesperación del otro. Es lo que sucede cuando los familiares de los presos políticos se topan en un pasillo e intercambian experiencias de sus vicisitudes, como fue el caso ayer de Indira Peña Esclusa y Bony Simonovis. Hablan no sólo del drama que atraviesan los presos mismos, sino también de sus hijos, hermanos y hasta de sus madres. Un dolor silencioso que se desliza en las sombras, en un país donde la justicia vive arrodillada al mandón que no conoce más ley que la que dicta su crueldad.
Foto: Saúl Uzcátegui/TalCualDigital
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