Por: VenEconomía
En vez de gobernar para echar al país para adelante en estos 12 años de poderío, Hugo Chávez no ha hecho más que escudarse con legislaciones para tapar los estragos de su fracasado proyecto político.
Ahora, bajo el manto de los supra poderes con los que fue ungido en diciembre de 2010, aprobó un Decreto-Ley Habilitante de Emergencia para Terrenos y Vivienda, publicada hoy en la Gaceta Oficial Nº 6.018 Extraordinaria fechada 29 de enero de 2011 e investida, para ñapa, con el carácter de "órgánica" por el Tribunal Supremo.
La promesa de este espurio parapeto legal, es el supuesto de garantizar "el derecho a una vivienda digna, dando prioridad a las familias que se encuentren en riesgo vital, así como a las que no posean vivienda propia y a las parejas jóvenes que están fecundando familia".
Parece olvidar el mandatario, que esta garantía del derecho a una vivienda digna ya es un deber que le impone la Constitución Nacional de Venezuela a sus gobernantes. También pasa por alto, que sus rojos legisladores, le pusieron en bandeja de plata en los últimos seis años de su hegemonía en el Parlamento, diversas leyes que le dan al Ejecutivo Nacional, amplios y discrecionales poderes parar declarar de interés social y utilidad publica los terrenos, propiedades y empresas. Y, por ende, todos ellos sujetos a expropiaciones y confiscaciones.
Incluso, parece olvidar Chávez que ha tenido en sus manos ingentes cantidades de dinero para haber desarrollado una efectiva política habitacional. El Estado es dueño del cemento, del hierro y del acero, y el Gobierno se apropió de cementeras, siderúrgicas y acerías.
Dicho de otra manera, la nueva ley no aporta nada nuevo en lo que se refiere a las leyes, tierras, recursos y poder que le sobraron a Chávez para construir los más de dos millones de unidades habitacionales que acumula en déficit en esta docena de años con el poder.
Lo que sí "aporta" la nueva ley es la extinción definitiva de la propiedad privada. Para la revolución de Chávez, la vivienda no es un bien comerciable. Con la oferta engañosa de que los ciudadanos tendrán derecho de "acceder, en condiciones no discriminatorias", Chávez decretó un trabalenguas, que estipula que aunque usted pague por su vivienda, no podrá disponer ni parcial ni totalmente, de "los derechos adjudicados, tales como: venta, donaciones, alquileres, cesiones o constituciones de hipotecas".
Entre otras perlas esta ley establece:
- La facultad del Ejecutivo para declarar "Áreas de Emergencia Habitacional" (AREHA) y "Áreas Vitales de Vivienda y Residencias (AVIVIR).
- Nuevas modalidades de intercambio y servicios e instrumentos financieros para el pago de terrenos e inmuebles no residenciales afectados por esta Ley.
- Creación de bandas de precios para el M2 de terreno y construcción por parte del Ejecutivo.
- Cartera de crédito exclusiva para financiar proyectos de esta ley.
- Constitución de empresas de construcción de propiedad estatal, mixta y comunal.
- Precio fijo de venta.
- Se crea la "Ocupación de Urgencia".
Es decir, usted pagará por su vivienda, pero los derechos sobre ella serán del comandante presidente. ¡Qué ley tan bonita que ha cosechado!
Ahora, bajo el manto de los supra poderes con los que fue ungido en diciembre de 2010, aprobó un Decreto-Ley Habilitante de Emergencia para Terrenos y Vivienda, publicada hoy en la Gaceta Oficial Nº 6.018 Extraordinaria fechada 29 de enero de 2011 e investida, para ñapa, con el carácter de "órgánica" por el Tribunal Supremo.
La promesa de este espurio parapeto legal, es el supuesto de garantizar "el derecho a una vivienda digna, dando prioridad a las familias que se encuentren en riesgo vital, así como a las que no posean vivienda propia y a las parejas jóvenes que están fecundando familia".
Parece olvidar el mandatario, que esta garantía del derecho a una vivienda digna ya es un deber que le impone la Constitución Nacional de Venezuela a sus gobernantes. También pasa por alto, que sus rojos legisladores, le pusieron en bandeja de plata en los últimos seis años de su hegemonía en el Parlamento, diversas leyes que le dan al Ejecutivo Nacional, amplios y discrecionales poderes parar declarar de interés social y utilidad publica los terrenos, propiedades y empresas. Y, por ende, todos ellos sujetos a expropiaciones y confiscaciones.
Incluso, parece olvidar Chávez que ha tenido en sus manos ingentes cantidades de dinero para haber desarrollado una efectiva política habitacional. El Estado es dueño del cemento, del hierro y del acero, y el Gobierno se apropió de cementeras, siderúrgicas y acerías.
Dicho de otra manera, la nueva ley no aporta nada nuevo en lo que se refiere a las leyes, tierras, recursos y poder que le sobraron a Chávez para construir los más de dos millones de unidades habitacionales que acumula en déficit en esta docena de años con el poder.
Lo que sí "aporta" la nueva ley es la extinción definitiva de la propiedad privada. Para la revolución de Chávez, la vivienda no es un bien comerciable. Con la oferta engañosa de que los ciudadanos tendrán derecho de "acceder, en condiciones no discriminatorias", Chávez decretó un trabalenguas, que estipula que aunque usted pague por su vivienda, no podrá disponer ni parcial ni totalmente, de "los derechos adjudicados, tales como: venta, donaciones, alquileres, cesiones o constituciones de hipotecas".
Entre otras perlas esta ley establece:
- La facultad del Ejecutivo para declarar "Áreas de Emergencia Habitacional" (AREHA) y "Áreas Vitales de Vivienda y Residencias (AVIVIR).
- Nuevas modalidades de intercambio y servicios e instrumentos financieros para el pago de terrenos e inmuebles no residenciales afectados por esta Ley.
- Creación de bandas de precios para el M2 de terreno y construcción por parte del Ejecutivo.
- Cartera de crédito exclusiva para financiar proyectos de esta ley.
- Constitución de empresas de construcción de propiedad estatal, mixta y comunal.
- Precio fijo de venta.
- Se crea la "Ocupación de Urgencia".
Es decir, usted pagará por su vivienda, pero los derechos sobre ella serán del comandante presidente. ¡Qué ley tan bonita que ha cosechado!
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