Si alguna ventaja depara la revolución bolivariana a los visitantes es que las cosas no funcionan como suele suceder en otros países, sean del tercer mundo o del capitalismo. Alguien, por ejemplo, decide tomar el Metro y podría toparse con la noticia de que el tren se aparecerá en 30 minutos, acumulando tal cantidad de usuarios en los andenes, que es un milagro que no haya caídas en las vías. A veces el vagón se estaciona en los túneles, sin que medie alguna explicación o una disculpa. Por eso ya nadie se asombra cuando baja a la estación y le aconsejan que se regrese porque no hay electricidad o el conductor se quedó dormido.
Foto: Renier Otto/TalCualDigital
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