Se golpea con la misma mano a quienes proveen empleo y sustento a quienes allí trabajan: no es seguramente la intención, pero es el resultado.
Por: Juan Uslar GathmanTalCualDigital
La semana pasada aparecieron una serie de decretos de expropiación en la Gaceta Oficial y hubo ocupaciones ejecutivas y retiros igualmente rápidos de terrenos en zonas de alto valor comercial, como fue el sonado caso del restaurant "La Huerta" en plena avenida Solano López de Caracas.
Igualmente, se ocuparon ventas de autos y otros comercios ribereños de la avenida Libertador, lo que se agrega a las publicitadas tomas de estacionamientos en el centro de la ciudad y que estarían destinadas, algún día, a convertirse en residencias que serán asignadas a alguien de acuerdo con algún criterio. No el del mercado, por supuesto.
Independientemente de que en esos espacios se construya lo que en años no se ha hecho, y en medio de una gran escasez de recursos y de talentos para hacerlo, mas no de voluntad política, lo que se ve con claridad es el deseo de mostrar intención de hacer algo en beneficio de la gente, pero también se golpea con la misma mano a quienes proveen empleo y sustento a quienes allí trabajan: no es seguramente la intención, pero es el resultado.
Lo mismo está ocurriendo con el recrudecimiento de la política de convertir el alquiler de la propiedad privada en un mecanismo de asignación de recursos ajenos a quienes, según algún criterio, lo necesitan (¿más?). Es una declaración de economía de guerra en la que las prioridades las pone el gobierno.
El tema de fondo, más allá de la arbitrariedad y de la futilidad de semejantes medidas que jamás han dado resultados, y menos en medio del apresuramiento y de la improvisación, es el de saber si este tipo de asignación de recursos es el mejor o de si hay otras maneras de incentivar un mejor uso de los mismos por parte de sus propietarios.
En efecto, ese estacionamiento, terreno baldío ciertamente, no es un estacionamiento techado de un gran edificio porque el entorno económico y regulatorio aconseja no construir nada allí. Fijar un impuesto es más eficaz.
¿Qué sería mejor? En primer lugar facilitar la generación de empleo masivo, formal e informal, para que las grandes mayorías puedan tener ingresos; luego propiciar la descentralización para evitar que el único polo de empleo sea Caracas, dotar de infraestructura al país para atraer la inversión y defender a ultranza la propiedad privada.
Para que los pobres dejen de serlo: quitar huertas para hacer viviendas nunca ha sido una política sustentable. Debemos rectificar.
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